El futuro del gigante suramericano, Brasil, se define hoy en medio del favoritismo de la candidata oficialista, Dilma Rousseff, que se enfrenta con José Serra del Partido de la Social Democracia Brasileña en una segunda vuelta presidencial marcada por la decisión del Partido Verde de no apoyar a ningún candidato.
Si las encuestas tienen la razón, Rousseff, de 62 años de edad, se convertirá en la primera mujer presidenta de Brasil. Su apuesta de éxito recae sobre el actual mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva, quien dejará su cargo a finales del año tras completar su segundo mandato.
Los últimos sondeos indican que Rousseff aventajaría por 12 puntos a Serra: con un 56 por ciento de los votos a su favor contra el 44 por ciento de su contrincante.
En el primer round, que se llevó a cabo el pasado 3 de octubre, Rousseff ganó con el 47 por ciento de los votos, cerca de la mayoría simple que necesitaba para evitar la ronda de hoy frente a Serra que alcanzó el 33 por ciento.
"Sólo una situación extraordinaria podría evitar que Rousseff sea Presidenta. El escenario está montado y únicamente una desgracia política evitaría el triunfo de la oficialista", aseguró el analista brasileño Beto Almeida.
La única incógnita que hay en la jornada es sobre a quién apoyarán los simpatizantes del Partido Verde, que en la primera vuelta, con Marina Silva, obtuvieron el 19,5 por ciento de los votos. Su decisión podría ser fundamental para cambiar el resultado.
Pero para Almeida, lo más lógico es que apoyen a Rousseff. Tanto por solidaridad de género como por afinidad política. Pues a pesar de las diferencias que tenía el presidente Lula con Marina Silva, ella ejerció como ministra del Medio Ambiente e hizo parte del Partido de los Trabajadores antes de ser candidata por el Partido Verde.
Sin embargo, otra visión tiene Eduardo Gamarra, profesor de ciencias políticas de la Universidad de la Florida y director de Newlink Research.
Para él las diferencias de Marina Silva con Lula marcarían el patrón de voto de sus seguidores y podrían dar un giro a la elección.
"José Serra aún no está derrotado. Además, en los últimos días se dejó de asociar a Dilma con Lula, quien ha sido su principal impulsor de campaña", explicó Gamarra.
Sobre la noción de que la única que seguiría con las políticas de Lula sería Dilma, también hay un cambio.
Según Gamarra, por ejemplo en Chile muchas personas pensaban que triunfaría el candidato de Bachelet. Pero el que triunfó fue Piñera y el país sigue avanzando.
"Se dio un nuevo aire, se fortaleció la democracia y Chile continúa siendo ejemplo en la región", afirmó.
Agregó que en la política, las personas son imprescindibles pero los buenos planes de gobierno son difíciles de diseñar. "Triunfan las propuestas. Se eligen gobiernos y no presidentes".
También dijo que no sería la primera vez en la que las encuestas fallan. "Aunque los sondeos marcan una tendencia, al final no siempre tienen la última palabra".
En la propuesta de Rousseff destacan puntos como el de crear millones de empleos, mejorar la infraestructura y aprovechar la riqueza petrolera sin desviarse de los planes de bienestar y las políticas que hicieron a Lula popular en la región.
Serra por su parte se juega su futuro con las propuestas económicas: recortar gastos públicos, reducir la tasa de interés e impuestos y poner a la moneda local, el real, en un nivel no tan apreciado ante el dólar, para aumentar las exportaciones.
Lo que sí está definido antes de la jornada electoral es que en Brasil ya hay un ganador y es el presidente Lula.
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