Hasta ahora la campaña electoral se reducía, ante todo, a ver el esfuerzo de cuatro candidatos para contrarrestar el poderío de la maquinaria estatal y la generosa disposición del presupuesto público para pagar publicidad televisiva a favor del Presidente de la República y candidato a la reelección. Pero desde el fin de semana pasado la atención se ha concentrado no en promover esperanzadores programas de Gobierno, sino en citar las disposiciones del Código Penal que asesores de dos campañas (las de mayor intención de voto en las encuestas) habrían violado.
Hay un testimonio de un narco confeso, preso en Estados Unidos, sobre un supuesto pago de 12 millones de dólares a personas cercanas al presidente Juan Manuel Santos, para que sondearan la posibilidad de una entrega negociada de un grupo de mafiosos. Los presuntos beneficiarios del pago se echan la culpa uno a otro, y niegan haber recibido dinero por sus gestiones, que sí reconocen. Es la palabra de unos contra la de otros. Y se sabe que en ciertos casos la versión de un criminal sirve o no a sectores de la justicia colombiana dependiendo de a cuál tendencia ideológica pertenezca.
Tanto J.J. Rendón como el exasesor presidencial Germán Chica (a quienes no se les ha probado delito) se retiraron de sus cargos, aunque el primero siempre podrá actuar en la sombra, incluso más cómodamente sin reflectores judiciales encima.
También la campaña uribista de Óscar Iván Zuluaga sufre un fuerte golpe de imagen al denunciar el fiscal general, Eduardo Montealegre, que en su interior un supuesto hacker conspiraba contra los diálogos de La Habana. Y al revelarse que el "director espiritual" (lo que sea que ello signifique) Luis Alfonso Hoyos incurrió en la misma majadería de quienes entraron por un sótano a alias "Job" a la Casa de Nariño: cayó como estafeta del supuesto hacker para hacer intrigas poco presentables. El ruido malo y el daño que le hizo al candidato Zuluaga exige un gran esfuerzo remediarlo. En todo caso, es penoso.
La encuesta Gallup Poll que publica hoy El Colombiano (realizada antes de todas estas revelaciones) indica que el pesimismo sigue y la sensación de que las cosas van mal no rebaja. Las expectativas de la población sobre un posible acuerdo de paz en La Habana no son altas, y el desprestigio de las instituciones públicas es dramático.
En tanto, Juan Manuel Santos es el único de los cinco candidatos que no aumenta su imagen favorable, y no se ayuda a sí mismo incurriendo en contradicciones tan flagrantes como decir que "no negocio con narcotraficantes, los someto", mientras en Cuba los tiene de contraparte bosquejando el nuevo esquema institucional del Estado.
Qué oportunidad de oro, si la saben aprovechar, para otros candidatos de mostrar sus programas, y de que la gente los atienda, los valore. Hace falta escuchar a un (o una) líder que inspire, que ilusione, que muestre un rumbo. Ese liderazgo negativo que inunda el espectro político hastía, agota a un electorado desganado y poco proclive a disminuir, el próximo 25 de mayo, el histórico registro de abstención que tanto deslegitima nuestro régimen democrático.
NO CREO QUE ESTOS HECHOS AUMENTEN LA ABSTENCIÓN NI EL VOTO EN BLANCO
Por JUAN CARLOS ESCOBAR ESCOBAR
Profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Es desafortunado que la campaña arranque de verdad cuando se conocen estos escándalos. Porque hasta ahora todo estaba muy quieto en términos de propuestas, de debates que mostraran los programas presidenciales. Aunque los foros han ayudado a crear cierta idea de lo que proponen los aspirantes, su formato no ha permitido que haya diálogo o debate entre ellos, para que la gente aprecie las diferencias o matices.
El hacker o J.J.Rendón es lo que ha despertado cierto interés del público, hizo empezar la campaña hablando de infiltración de dineros o de posibles espías. A falta de programas y confrontación de ideas, se cuela el morbo por la puerta de atrás. Ya esto se ha visto en otras campañas, y no sólo las presidenciales: recuérdese la última para la Alcaldía de Medellín (2011).
No obstante, no creo que esto lleve a un aumento del voto en blanco o del crecimiento de la abstención, que seguramente se va a mentener en sus índices históricos. Esto que se ha sabido no tiene un efecto en quienes ya se han decidido a votar o no. Las campañas afectadas dirán que son cortinas de humo, factores de distracción.
Es posible que la decisión en las urnas se vea condicionada por las inercias derivadas de las posturas de los candidatos ante el proceso de paz.