Una cuentista, la canadiense Alice Munro, maestra del cuento y reconocida como una profunda indagadora del espíritu humano, ganó el premio Nobel de literatura.
Y a pesar de que el galardón que entrega la academia sueca se llama de literatura, y no dice que sea de novela específicamente, a algunas personas les sorprende que haya recaído en alguien dedicado al cuento. Es obvio que muchos de los narradores que lo han obtenido han cultivado el relato corto, pero la novela ha sido, en general, su ocupación principal.
El escritor Juan Diego Mejía es uno de quienes se sorprende con este asunto. Dice que no es común que los ojos se posen sobre los cuentos y los cuentistas. Cree que esta escogencia es una lección para los editores, que no editan cuentos, y para los escritores, que se dejan llevar por la exigencia de los editores y se tornan novelistas casi por obligación, para encontrar quién les publique. Escriben cuentos de manera marginal, cuando se los piden de las revistas, pero no es una aplicación esmerada, reflexiva.
"Hace unos días hablaba con Juan Manuel Roca —cuenta Mejía— y él se refería igual a la poesía: se lee en los recitales y de resto muy poco. La verdad, la gente va con libros de poesía o de cuentos bajo el brazo porque son lecturas lentas y reflexivas. Es paradójico, pero la novela, que es más extensa, resulta más rápida".
Y remata diciendo: "Los novelistas no tienen que ser los reyes del mercado".
Otro de quienes también se sorprende con esto es el librero Mauricio Lleras: "No imaginé que lo fuera a recibir una cuentista. Me encanta esta narradora porque a mí me gusta ver la vida por los ojos de otro".
Lleras dice que en Colombia no gusta mucho el cuento. En su librería casi no preguntan por ese género.
La autora y su obra
Alice Munro es la primera canadiense que recibe el premio, dotado con 1,2 millones de dólares, desde Saul Bellow, quien emigró a Estados Unidos cuando era niño y lo ganó en 1976.
En cuanto a su obra, esta maestra del cuento se reconoce en el mundo por ser una profunda indagadora del espíritu humano.
"De la lectura de Alice Munro —señala el escritor Óscar González Hernández— a mí me queda siempre la corroboración de que para concebir sus historias, darles forma, darles contenido, ella se observa a sí misma, sin contradecirse, sin contradicción; y después se siente relatada por otro, que la observa a ella, y de esa relación o intercambio de observaciones, se da el relato. No hay relatos, y más que nada en los de Mi vida querida, en los que nos hallemos siempre en relación con lo que llamo la quietud de la desesperación, la inquietud tensionada sobre el destino humano que se mueve en ella, como conciencia del mundo y de los otros; nunca nada excesivo en ella, sino la contención, la drasticidad y la severidad del estilo y del carácter. Nada de escándalos, la medición de y en todo lo que busca caracterizar de sí misma y de los otros".
González Hernández dice que la de Munro es una mirada sensible y crítica, determinante, en relación con su tranquila manera de observar y de leer en su realidad, de intimar con su naturaleza y la de los otros (...) y que mantiene en su estructura un temblor ante lo desconocido que hace que lector se interese más y más por ser poseído y poseedor del contenido de sus relatos.
Esta narradora es considerada una Anton Chejov por su calidez, profundidad y compasión. Ha retratado gran variedad de vidas y personalidades sin juzgar a sus personajes. A diferencia de la mayoría de los ganadores del Nobel su trabajo es casi totalmente de relatos y cuentos. Lives of Girls and Women (La vida de las mujeres) es su única novela.
"Cuando comencé a escribir había una comunidad pequeña de escritores canadienses y el mundo casi no les ponía atención. Ya son leídos, admirados y respetados en todo el mundo", dijo Munro, de 82 años.
La escritora, hija de un criador de zorros y profesor, cuando supo de su premio exclamó: "¡Maravilloso…". Pero su alegría se transformó en indignación cuando se le comunicó que solo era la decimotercera mujer en recibir el galardón literario. "Es atroz", dijo con incredulidad.
* Con información de Efe y Reuters
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