El día que decidió desobedecerle a Eladio Gutiérrez y salvó la vida de su hermano y la suya, Andrés reconfirmó que más que ser diferente, era un hombre que había nacido con la gracia divina.
Desde niño se dio cuenta que tenía los sentidos más desarrollados que los de sus hermanos y amigos. El olfato, el oído y esa capacidad de sentir y presentir marcaban la diferencia.
Gracias a ello, desistió de tomar un vuelo con su hermano, como quería su padre cuando los mandó a estudiar a Medellín. "Siempre respeté mucho a mi padre, un hombre inteligente que me dio la mejor educación, pero ese día sentí algo. Le dije a mi madre que por mucho que él insistiera, no tomaríamos el vuelo sino que viajaríamos por tierra". Minutos más tarde el vuelo estallaría en el aire.
Este hombre sin edad, que se define atemporal y "fuerza viva de la naturaleza" pasó su infancia y adolescencia en su natal Riosucio, Chocó, a orillas del Atrato medio. Un lugar con magia especial donde, de la mano de su padre, conoció la poesía al igual que los saberes y tradiciones de muchas tribus indígenas
Se recibió como abogado y ocupó diversos cargos en Antioquia y Chocó. Sin embargo, sentía que le faltaba algo, que no estaba en su casa. Quería concretar su sueño de siempre, ese que le acompañaba desde que tenía uso de razón: viajar a Francia.
"Desde que tuve conciencia supe que París era mi espacio, mi casa. Mi espíritu estaba allá", recuerda.
André Gautier, como se llama ahora, puso sus dotes al servicio de la gente y aunque no vive de ello, ese poder extrasensorial que expresa a través de las cartas del tarot le ha brindado muchas oportunidades por su acertado conocimiento.
Pico y Placa Medellín
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