A David Murcia se le acabaron las risas. Ayer a las 4:30 de la mañana, 40 agentes de la Sijín de la Policía llegaron a La Picota, en Bogotá, para embarcarlo en el que seguro será su último viaje en varios años.
Y se le terminó la sonrisa porque, a las siete de la mañana, ya en la base Antinarcóticos de Catam, su semblante era diferente al de muchas de sus apariciones del último año.
En este recorrido, a diferencia de años atrás, los lujos no lo acompañaron. David Murcia Guzmán solo cargaba un rosario y un morral con artículos personales. Llevaba bluyín y una chaqueta beige debajo de un chaleco antibalas negro.
En la pista de Catam, donde lo esperaban ocho funcionarios de la DEA, el cerebro de la intervenida captadora ilegal de dineros, DMG, no les hizo muecas ni gestos con sus manos a las cámaras, como en anteriores oportunidades. Solo caminó con un semblante triste hasta un vehículo blindado que lo llevó donde estaban los funcionarios estadounidenses.
A las 8:20 de la mañana el avión norteamericano partió rumbo a Nueva York, donde hoy deberá comparecer ante un juez federal.
Allí se le investiga porque "entre marzo 11 de 2008 y mayo 9 de 2008 (Murcia y sus socios) realizaron aproximadamente 18 transferencias electrónicas de 2,1 millones de dólares que fueron depositadas en la cuenta de Merrill Lynch"
Así cerró -de momento- la página del proceso en Colombia del joven de 30 años que pasó de mensajero y asistente de cámara a ser la cabeza visible de un conglomerado económico que captó cerca de 4,8 billones de pesos de ahorradores del país.
"Tendrá que responder ante una corte de Nueva York, básicamente por lavado de activos, ya hay una condena en Colombia y nosotros lo que estamos garantizando es que comparezca ante las autoridades estadounidenses", dijo el general Luis Gilberto Ramírez, director de la Dijín.
Su cuñado y socio, William Suárez, con quien sería extraditado deberá permanecer en el país, por lo menos durante 15 días más porque tiene trámites legales pendientes.
Entre tanto 15 de sus abogados defensores en Colombia, comenzaron a ser investigados por el Consejo Superior de la Judicatura, por petición del Juez Cuarto Penal Especializado de Bogotá que condenó a Murcia a 30 años de prisión.
Un castillo de naipes
Tras iniciar su negocio en 2003, en La Hormiga (Putumayo, al lado de su esposa Joanne Ivette León Bermúdez, Murcia logró crear un complicado sistema de tarjetas prepago para abastecer a ahorradores de artículos y servicios.
En poco tiempo, su grupo empresarial se hizo tan próspero que comenzó a levantar sospechas.
En agosto de 2007, la Policía, que ya seguía sus pasos le decomisó a su compañía 6.500 millones de pesos en efectivo. Ese fue el primer eslabón en la cadena de su caída.
Para esos días, Murcia, su esposa y sus socios, se daban la gran vida con el dinero de cerca de 300.000 ahorradores que le confiaron su dinero. "Ni en las épocas de Pablo Escobar o los Rodríguez Orejuela vimos tanta ostentación y derroche", dijo un investigador de la Dijín a este diario.
El 18 de noviembre de 2008, Murcia fue extraditado desde Panamá y sus empresas intervenidas por el Gobierno. Sus socios más cercanos Daniel Ángel y Margarita Pabón también fueron detenidos y se acogieron a sentencia anticipada para evitar la extradición.
Después de un proceso dilatado, Juez Cuarto Penal Especializado de Bogotá encontró culpable a Murcia de los delitos de captación masiva y habitual de dinero y lavado de activos. Fue condenado a 30 años y 9 meses de prisión.
La pena quedó suspendida con su extradición y deberá cumplirse en Colombia. Claro que si es condenado en E.U. su retorno al país podría demorarse, por lo menos 15 años. Tal vez por eso, ayer, en el callejón de la extradición, dejó las risas y los gestos a las cámaras y como pocas veces, se le vio preocupado.
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