Las elecciones presidenciales de hoy en Chile enfrentan a dos mujeres, de marcado liderazgo ambas, y que siendo hijas de militares las dos, representan cada una por su lado las dos caras que desde orillas diametralmente opuestas se enfrentan en ese país desde los años setenta del siglo pasado.
La médica pediatra Michelle Bachelet ya fue presidenta entre 2006 y 2010, y había sido antes ministra de Salud y de Defensa. En este último cargo marcó un hito. Fue la primera mujer ministra de Defensa en Chile, hija del general Alberto Bachelet, militar que permaneció leal a Salvador Allende, por lo cual fue encarcelado por la dictadura y muerto en prisión.
Su contrincante es la economista Evelyn Matthei, exsenadora, exministra de Trabajo del actual gobierno de Sebastián Piñera y, sobre todo, hija del general del Aire Fernando Matthei, miembro de la Junta Militar de Pinochet.
Que en el año en que se conmemoró el 40 aniversario del golpe de Estado que terminó con la muerte del presidente socialista Allende y dio origen a una dictadura militar de 17 años, las dos candidatas presidenciales sean hijas de generales que se alinearon con los dos bandos en conflicto, muestra esa dicotomía que Chile vive desde hace cuatro décadas.
Pero no es sólo la alineación ideológica de las candidatas. La forma de ejercer el liderazgo las ubica a años luz una de la otra. Bachelet es una de las líderes más populares no solo de Chile, sino de Latinoamérica. La conocen en el mundo entero. La gente la ve cercana, confiable, incluso entrañable. Ha sido la presidenta más querida desde que existen mediciones en Chile. Eso sí, a todo el mundo convenció que tras su primera presidencia, no le interesaba más el poder.
Dijo en noviembre de 2009, que “algunos dicen que el poder es sexy, pero a mí no se me ha generado esa droga. El hombre es quien siente una atracción fatal más potente hacia el poder” (Entrevista a John Carlin, El País de Madrid).
Luego de dar esa lección de desprendimiento, salió a un alto cargo en la ONU, sin dejar un solo momento de planificar su regreso al poder, lo cual vino a confirmar en abril de este año. Según las encuestas, es probable que hoy gane, y posiblemente sin necesidad de ir a segunda vuelta.
La candidata de centroderecha, en cambio, transmite un carisma -si se puede llamar así- muy diferente. Es áspera de trato, cortante con sus interlocutores, ríspida con sus colaboradores. Fue ministra de Piñera, con quien la “une” un odio íntimo desde hace décadas. Sus posibilidades, al unir estas dos circunstancias -su ausencia de química con el electorado y la carga de la imagen negativa del gobierno Piñera- son pocas.
El Chile de hoy, democracia ejemplar, mantiene una obsesión por las cifras y por los ránquines. Ser los primeros de Latinoamérica en cuanto indicador económico haya. Es una economía sólida, abierta, dinámica, competitiva.
La población chilena es tranquila, pero protesta con agresividad cuando considera que no le están reconociendo lo que le corresponde. A Piñera lo han azotado las protestas de los estudiantes, por políticas que, valga decirlo, vienen desde décadas atrás.
Desde 1990, 20 años de gobierno han sido de la Concertación, y diez de ellos han sido gobiernos socialistas, incluido el primero de Bachelet. No tienen, pues, manera de decir que no han tenido que ver con lo que hoy no funciona bien.
EL TRIUNFO DE MICHELLE BACHELET SERÍA UN RETROCESO PARA CHILE
Por HERMÓGENES PÉREZ DE ARCE
Abogado, economista y escritor chileno, autor de Terapia para cerebros lavados.
La candidata Evelyn Matthei ha resultado dañada por las políticas erráticas de Sebastián Piñera en materia económica, muchas de ellas de centroizquierda, y por la violación al compromiso del presidente de asegurar el debido proceso a los presos políticos militares detenidos por acusaciones falsas. Tendrá una votación mucho menor que la que habría tenido una persona que hubiese defendido los valores auténticos de la derecha y que hubiese sido leal con la memoria del gobierno militar.
Chile ha logrado aumentar su prosperidad en los últimos años. En términos de intercambio comercial estamos mucho mejor, y los precios de la libra de cobre han llegado a cuatro dólares, cuando en el primer gobierno de Bachelet era de un dólar. Pero con esto el presidente Piñera lo que hizo fue aumentar los ministerios, crecer el tamaño del Estado. Y buena parte de eso es lo que promete Michelle Bachelet. El triunfo de esta es un retroceso para Chile. El modelo económico de libre mercado heredado del gobierno militar ha sido un éxito: el bienestar ha aumentado, los salarios han crecido, el desempleo ha disminuido, Chile es un país sólido. Y con la presidenta socialista lo que se va a imponer son las ideas y políticas contrarias a lo que ha sido la fórmula del éxito.