Solo hay que atravesar un río de aguas tranquilas para llegar a las cavernas de Carolina del Príncipe.
-¿Cavernas? -preguntó el periodista ¿Como las del Nus?
-Sí, a diez minutos de aquí -respondió con una calidez precisa para esta tierra fría de Carolina del Príncipe, Fátima Parra, directora de la oficina de Turismo municipal.
La idea, contó Fátima mientras caminábamos hacia las cavernas, es la de convertir a Carolina en un centro de turismo del norte de Antioquia, con énfasis en lo extremo.
-Ya tenemos todo listo para construir una línea de Canopy, junto a una pista de motocrós, debido a que la Liga Antioqueña de Motociclismo está buscando nuevos espacios para entrenar y competir- dijo Fátima.
Una caminata
Para ser honestos, lo más turístico de Carolina, antes de este viaje, era la estatua de Juan Esteban Aristizábal, Juanes, emplazada en mitad del parque principal.
Eso, junto a las decenas de anécdotas sobre el bar Los Recuerdos, que todavía conserva el viejo aviso de Vinol y que según la leyenda, fue donde Juanes escuchó toda la música carrilera que después le sirvió de inspiración para canciones como La Paga o la famosa Camisa Negra.
La oficina de Turismo quiere aprovechar eso. Según Fátima, en los últimos años el promedio de visitas aumentó en casi un 20 por ciento.
"Tenemos mucho para mostrar, lo que pasa es que no teníamos la infraestructura para albergar a toda la gente que está llegando y en esto estamos, montando todo para que Carolina sea un verdadero destino", explicó.
La caverna
Fátima invita a Jaiber Mazo Metaute para que sirva de guía. Antes de llegar a un puente, el nuevo guía se desvía por un camino de tierra rosada y todos los que van en esta aventura llegan a un riachuelo de aguas tranquilas que se debe cruzar.
En el camino del agua cae Fátima, el guía y por poco la cámara de uno de los reporteros. Seguidamente hay un camino con la misma tierra fangosa y, por último, un arrume de rocas gigantescas y una pequeña abertura por la que Jaiber se interna después de despojarse de sus vestiduras y quedar en pantaloneta y camisa.
Por allí también se meten los reporteros y, Fátima, excusándose en una claustrofobia congénita, se queda afuera. Apenas se está adentro la primera impresión es la de estar sosteniendo el mundo, como el mitológico Atlas.
Sin embargo, después de superar la sensación de ahogo, Jaiber saluda desde una de las rocas y se aprecia el espectáculo de las piedras, una encima de la otra, formando un camino oscuro que invita a la aventura.
Aunque las piedras estén lisas y resbalosas, cada nuevo espacio de las cavernas es un descubrimiento. Algunas tienen vista al cielo y se ve el firmamento azul, en contraste con aquellas figuras cubiertas de musgo. Todo un paisaje.
El recorrido, hasta donde la cámara puede, dura unos quince minutos. En este punto hay que sumergirse y cuando se sale de nuevo, al otro lado del agua, hay una cascada que sirve de fondo para esta aventura en Carolina del Príncipe.
Después de escalar una empinada serie de rocas, se llega de nuevo a la superficie, con la experiencia de haber atravesado el mundo en 25 minutos y apenas a diez de Carolina del Príncipe.
Allí se observan la montonera de rocas, producto de una movilización masiva en los tiempos prehistóricos. Fátima cuenta que ya con Corantioquia se tienen los recursos para construir un sendero ecológico para que la llegada a esta entrada al centro de la tierra, sea menos traumática.
Pico y Placa Medellín
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