Las caras se ponen adustas cuando se les recuerda a los ecuatorianos el bombardeo colombiano de hace un año que acabó con alias "Raúl Reyes".
La inmensa mayoría de ciudadanos, sin importar si se pregunta en las calles de Quito o de Guayaquil (tradicionalmente divididos por disputas regionales), apoyan el enérgico rechazo que dio el presidente Rafael Correa a la intervención colombiana y dicen que fue una "cachetada más" de un pueblo que siempre han considerado hermano.
Tras décadas de guerra con Perú por diferendo territorial, Ecuador tiene en su soberanía uno de los temas más sensibles, y por eso el ataque colombiano se convirtió en una herida que aún no sana.
Para el ex canciller Francisco Carrión, uno de los más fuertes críticos del actuar colombiano, lo que pasó hace un año en Angostura fue un punto de quiebre en unas relaciones binacionales que ya estaban desbalanceadas.
"Colombia no ha cumplido con sus compromisos con Ecuador. Hay una actitud de soberbia de mirar por encima del hombro a sus vecinos del sur. El ataque de hace un año tocó mucho a la opinión pública en Ecuador", dice.
Sin importar las razones del bombardeo del primero de marzo de 2008, en la esfera política ecuatoriana se respira un profundo inconformismo con el gobierno de Álvaro Uribe, pues se considera que está "exportando" una guerra que ya tiene altos costos económicos y sociales en Ecuador.
Visto desde la óptica ecuatoriana, lo que hace el Ejército colombiano es empujar a la guerrilla a las fronteras del sur y trasladarle el problema al ejército vecino.
"Nosotros hacemos un enorme esfuerzo para controlar la frontera norte. Hay más soldados ecuatorianos allí que colombianos. Colombia debería asumir todo el costo de esa guerra, no nosotros. Si no controlan su territorio, mal hacen en obligar a los vecinos a hacerlo", comenta Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente que le dio a Ecuador una nueva Carta Magna en 2007.
¿Y el tema Correa y Farc?
Si bien el tema de "Raúl Reyes" provoca escozor en Ecuador, es cierto que hoy las prioridades de la gente de a pie de este país pasan por la incertidumbre económica y la angustia ante la posibilidad de perder empleo.
En medio de esto, analistas coinciden en que en ocasiones es Correa quien vuelve al tema para sacar réditos políticos.
Martín Pallares, editor político de El Comercio , el principal diario de Ecuador, afirma que el ciudadano común es sensible al discurso oficial y que cada sábado que el Presidente necesita un poco más de fuerza recurre al mismo argumento. "Aquí se demuestra que Correa es muy viceral. Una persona muy resentida. Eso en cuestión de política le ha servido", asegura.
El asunto "Reyes", sin embargo, ha dado un giro en Ecuador en estos primeros meses de 2009 y para Correa poco a poco se vuelve un dolor de cabeza.
José Ignacio Chauvín, ex asesor del ex ministro de Seguridad Interna y Externa, Gustavo Larrea, aseguró que se había reunido varias veces con "Reyes" y ahora está implicado en un escándalo de narcotráfico con tentáculos en la guerrilla colombiana.
El dato corroboraría lo que revelaron los computadores incautados tras el bombardeo y es que el gobierno de Correa (con o sin su conocimiento) tenía vínculos con el grupo ilegal.
"Cada vez asistimos a nuevas revelaciones -asegura Pallares- que demuestran que si no era el gobierno, al menos si existían funcionarios que toleraban la presencia de las Farc en Ecuador".
A menos de dos meses de unas nuevas elecciones presidenciales, el tema se le volvió un escollo fuerte a Correa, que considera su reelección un asunto de trámite.
Difícil normalización
La idea generalizada es que una normalización de las relaciones políticas colombo-ecuatorianas no están cerca.
"El reestablecimiento de las relaciones debería darse con base en reconocimientos básicos. Ecuador es un país soberano y es fundamental que Colombia asuma los costos de la guerra, no tenemos porque cargar con eso", dice el ex constituyente Acosta.
Por ahora, tras un año sin embajadores, las prioridades de los gobiernos no parecen estar por estos senderos.
En Ecuador dicen que nada volverá a ser como antes hasta que los presidentes sean otros. A Uribe lo tildan de soberbio y a Correa ahora lo ven como un hombre que actuó correctamente pero que sobredimensiona el hecho.
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