Una participación política incluyente y más abierta en las zonas afectadas por el conflicto armado y el olvido estatal, y la protección especializada para el nuevo movimiento político que resulte después de la desmovilización de la guerrilla, son los dos ejes principales sobre los que gira el documento del acuerdo parcial logrado entre el Gobierno y las Farc en el proceso de paz.
Ese es el planteamiento inicial consignado en el borrador divulgado por ambas delegaciones, que buscaría, como lo dice el documento, "garantizar el pluralismo facilitando la constitución de nuevos partidos y movimientos que contribuyan al debate y al proceso democrático, y tengan suficientes garantías para el ejercicio de la oposición".
Dice el acuerdo: "El Gobierno se compromete a crear en estas zonas un total de x circunscripciones transitorias especiales de Paz para la elección de un total de x representantes a la Cámara de Representantes de manera temporal y por x períodos electorales".
Afirma el politólogo Miguel Silva Moyano que en Colombia hay que hacer una reforma política no dependiente de los resultados del proceso de paz, pero sí que permita una mayor participación de diferentes movimientos políticos, más incluyente.
"Hay que mirar es que realmente si incluir a las Farc responde a una necesidad de democratización en Colombia, o si se va a hacer un ejercicio muy limitado solo para que ellos participen".
Es una hoja de ruta
El borrador del acuerdo se convierte en un derrotero de pasos a seguir para lograr un espacio que propenda un escenario político, con participación de víctimas del conflicto armado y desmovilizados.
El director de Ciencias Políticas de la U. de La Sabana, Iván Garzón Vallejo, deduce que con lo acordado, se dan garantías al movimiento que pueda resultar, y se hace mucho énfasis en la protección a los movimiento sociales.
"Lo que necesitan es legitimar los grupos o movimientos y asociaciones que los apoyan tácitamente y que con el acuerdo se visibilizarían y tendrían mayor protección y garantías. Así, los grupos que los apoyan comenzarán a hacerlo abiertamente, sin temores".
Sin embargo, dice Garzón Vallejo, muchas de las cosas plasmadas en el acuerdo podrían haberse dado sin la necesidad del proceso. "Uno lee el documento y ve que hay muchas cosas que estarían por desarrollarse, y ¿qué va a pasar si el gobierno no hace lo que se propuso en el acuerdo? Salen preguntas que tendrán que resolverse", precisó.
Acabar el escepticismo
Los candidatos a las circunscripciones que se crearán deberán ser personas que habiten los territorios o desplazados en procesos de retorno.
Que se abran espacios para la participación política con personas de las regiones es visualizar las necesidades de cada una de las zonas y brindar oportunidades a líderes políticos innatos.
Pero la preocupación para la participación política no recae sobre las oportunidades a los nuevos líderes, sino sobre el escepticismo que hay en el país en los procesos políticos.
El primer reto a superar, explica Adolfo Eslava Gómez, especialista en Políticas Públicas, es cómo lograr traducir lo que ya está escrito en prácticas reales que le abran espacio a la comunidad. "Antes de someter estos cargos al voto popular, hay que superar el escepticismo que ha tomado auge en Colombia".
En el papel, el acuerdo abrirá las puertas a escenarios políticos para las Farc y para líderes regionales, en la práctica, dicen los expertos, habrá que esperar que ganen legitimidad en las urnas y en el pueblo colombiano.
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