La caída de la montaña en la vereda Salinas, de Caldas, estaba cantada, pero Víctor Manuel Zapata no creyó, pensó que era una exageración, y si no hubiera sido por su buen oído, tal vez aún estarían buscándolo bajo la tierra.
"Habían dicho que desocupáramos, pero yo veía eso bien, sequito, y me quedé en la casa, qué iba a creer que eso se iba a venir", decía este sábado, un día después de que un alud de lodo cayera sobre su vivienda y se la tragara.
La tragedia ocurrió el viernes a las 9:00 p.m., en medio de un fuerte aguacero. Víctor vivía solo y se iba a acostar, cuando sintió cosas muy malucas, "todo temblaba y la montaña bufaba, me asomé y las cuerdas de la luz echaban chispas, ahí salí a correr".
La oportuna huida lo salvó de morir aplastado, pues a los pocos segundos, toneladas de tierra cayeron sobre su casa y las casas vecinas y las borraron del mapa.
El 3 de julio pasado, un alud se había venido sobre las mismas viviendas, había taponado una, semitaponado otras cuatro y una finca. Y aunque se dieron las alertas, no todos desalojaron. Algunos, presintiendo lo que se vendría cuando la montaña acabara de caer, se fueron a pagar arriendo a otros barrios, pero otros se quedaron, entre ellos Víctor, que perdió todo y solo salvó su vida, "quedé sin dónde meter la cabeza", comentaba.
Félix Arango, de 42 años, con su esposa y una hija de 15 meses, fue otro de los damnificados, "el derrumbe tumbó parte de la casa y lo mejor es desalojar del todo", decía mientras, con su esposa, sacaba objetos de la vivienda, que si no se la lleva otro alud será demolida por las autoridades de Caldas, que ya habían alertado a la gente para que evacuara.
Si con el evento del pasado 2 de julio muchos no creyeron que la amenaza era seria, este sábado el panorama en esta inestable zona era de tristeza y convencimiento de que no hay más opción que salir.
Por eso, Joaquín Durango y su familia buscaban con afán una casa para irse a pagar arriendo, "hace 18 años vivo acá, le he metido todos los ahorros a la casa, pero la van a demoler, no hay más qué hacer, al menos salvo la vida de mi familia".
Es la misma situación de Bernardo Gallego, un anciano de 80 años, y otras 6 familias que deberán emigrar. Así lo pronosticó este diario en nota publicada el 4 de julio titulada "La laguna se tragó la casa de don Hernán".
Ya no hay laguna, pero de la casa de este habitante de Salinas sólo se ven muros y colchones mojados. La lluvia y el maltrato a la tierra van dejando secuelas, cobrando vidas o arruinando familias, como en este caso.
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