Con la crisis económica mundial, miles de colombianos residentes en España viven un nuevo exilio, tras perder su empleo y con él sus sueños de un mundo mejor, ahora se ven obligados a moverse hacia otras naciones en las que ni siquiera se habla español, lo que se convierte para ellos en una gran tragedia.
Al despegar la crisis los colombianos le apostaron a contratos de corta duración, con salarios bajos y jornadas más largas, pero ante la agudización de la misma perdieron sus puestos de “paso” y ahora se ven obligados a incursionar en naciones como Francia y Alemania.
Según el Gobierno español, hay más de cinco millones y medio de desempleados, lo que corresponde al 24,8 por ciento de la población activa y dos millones de hogares tienen a todos sus miembros sin trabajo.
“Muchos colombianos que llegaron a Francia desde España o Italia pensaron que la crisis pasaría en cuestión de meses, y que más tarde podrían regresar. La mayoría de las personas que recibimos vienen con sus familias”, dice Jorge Landazuri, vicepresidente de la comunidad latinoamericana católica que ayuda a los inmigrantes en París.
Landazuri, a cuya asociación también han llegado familias de españoles en busca de ayuda, señaló que la mayoría de hispanos llegan sin hablar el idioma y sin conocer a nadie, “por lo que diría que vivimos una situación de emergencia”, añade.
Muy bien preparada
Jenny Garcés es una colombiana de 24 años de edad que vivía con su familia en Alicante, hasta que en septiembre de 2011 decidió aventurarse en París.
Realizó estudios de relaciones laborales y un máster en gestión de recursos humanos en España, un perfil académico que desembocó en un empleo.
Su situación es el reflejo de otro problema de la economía española: el 54 por ciento de los jóvenes no tiene empleo.
La familia de Jenny dejó a Colombia por problemas económicos hace 11 años pero, en la actualidad, sólo su padre trabaja. “Mi papá tiene dos trabajos: uno en la noche, como recepcionista, y el otro en el día, como cocinero. Tiene que mantener a siete personas y no tiene seguridad social”, recordó la joven.
“Yo no tenía ninguna experiencia laboral, y como veía a tantas personas con experiencia y sin empleo miré la posibilidad de viajar al extranjero”, agregó. Su único remedio fue partir para Francia, donde trabaja como niñera y estudia francés, pero pese a sus avances académicos se siente perdida por lo abrupto del cambio.
Problemas mayores
Amanda Ruiz, nacida en Cartago, tiene 46 años y llegó hace tres a Francia. Salió hace dos décadas de Colombia hacia España, por la inseguridad que se vivía en el Valle del Cauca, en donde le mataron un hermano.
“Trabajaba con Renault, pero como tenía a una hija pequeña y temía que le pasara algo, acepté el consejo de una amiga de viajar a España”, cuenta Amanda a quien todo le salió bien durante varios años, pero que ahora, como otros miles de sus compatriotas tiene que moverse en busca de otro “edén” para sobrevivir en Europa.
Trabajó en una empresa de electrodomésticos en Valencia hasta que, debido a la crisis, la despidieron y tuvo que aceptar trabajos precarios, con contratos mensuales y mal remunerados.
En su contra además juega su edad que le cierra opciones laborales. Los nuevos días lo único que traen de nuevo es el amanecer. Lejos del hogar, sin conocidos, sin empleo, la diáspora colombiana vive el peor de sus mundos.
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