De la Fonda Envigadeña sólo hay ruinas. Desde el pasado 14 de octubre, cuando el viejo inmueble registró un colapso paralelo a unas obras que se hacen en un lote aledaño, se inició un proceso de demolición controlada que culminó ayer en la mañana ante la vista de los envigadeños.
El restaurante, que fue un ícono del municipio, reconocido nacional e internacionalmente, ya no existirá más. Y con él se fueron Billares El Palomar y el Punto Cervecero, otros dos locales que funcionaban en el primer piso.
Pero el mayor drama lo viven su propietario, Juan Bautista Torres, y veinte empleados de los tres negocios que se quedaron sin empleo ni ingresos y acosados por las deudas.
Estas personas piden una indemnización de parte de Asfalto Hormigón, firma que construye un centro comercial en el lote del lado y a la que culpan de la caída del edificio con sus excavaciones.
"Aquí hay un lucro cesante, un drama humano que no se ha tenido en cuenta, sólo han importado los muros", dice Juan Bautista, que no sabe cómo pagarles a sus empleados el salario y las prestaciones de más de 20 años, y a sus acreedores. Añade que nadie ha hablado con ellos y que la dueña del local se puso feliz con la demolición, porque le quedó el lote para negocio.
Rubén Reyes, administrador de la Fonda, exige "una indemnización por todo el tiempo que llevábamos y porque hace 15 días estamos parados, sin ingresos".
Los meseros Carlos Osorio y Jairo Lopera, ambos con 5 años en el lugar, dicen que están desesperados sin trabajo y sin ingresos. Rosa Melba Villada, cocinera con 6 años en la Fonda, es madre cabeza de hogar y afirma estar colgada en el arriendo, los servicios y que no tiene para mercar.
"¿Qué voy a hacer si yo veo por un nieto de 16 años?", se pregunta muy desesperada.
El ingeniero Luis Alberto López, vocero de Asfaltos y Hormigón, explica que "lo único que le puedo decir es que eso no se cayó sino que había una orden de demolición desde hace mucho y ellos no habían permitido ejecutarla, no tengo nada más para decirle al respecto".
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