Aunque Francisco Santos asegura que el debate que debe concentrar al país es el de las "futuras generaciones" y no el de las "próximas elecciones", el vicepresidente de la República defiende la idea de una nueva reelección con ajustes institucionales para no debilitar la democracia.
Santos advierte que si la mayoría de colombianos quiere un tercer periodo de Álvaro Uribe, habrá que reelegirlo, pero considera que en el país hay gente distinta que podría mantener las políticas del gobierno. Y para él, una de esas opciones es el ex presidente César Gaviria, jefe del Partido Liberal.
El Vicepresidente no quiere entrar en el juego de la política porque le dificultaría su trabajo en las regiones, en las que está impulsando el Plan Regiones, una estrategia en materia de derechos humanos, lucha contra la corrupción y fortalecimiento de las instituciones. Sin embargo, el político es un tema que no puede descartar.
¿En qué consiste el Plan Regiones?
"Es un trabajo que buscamos aplicar con los nuevos alcaldes y gobernadores, porque sabemos que es muy difícil empezar a gobernar. Entonces, como parte del gobierno, tenemos seis años de aprendizaje y trabajo con las regiones. Tenemos progr amas sólidos que queremos inculcarlos en las regiones para que los programas que desarrollen los gobernantes, en materia de derechos humanos, de lucha contra la corrupción, de lucha contra las minas, de prevención de reclutamiento de jóvenes, tengan institucionalidad, fuerza, proyección a largo plazo y resultados. Hemos comenzado en Cesar y Cauca, y la primera etapa también incluye Nariño, Meta y Casanare".
¿Por qué en esos cinco departamentos?
"La selección no fue casualidad. Cesar necesita toda una reconstrucción de tejido, porque no hubo un departamento donde paramilitares y guerrilla se hayan ensañado tanto. Escogimos Casanare y Meta, por la incidencia que ha tenido la violencia en ellos y la que pueda tener ahora. Por ejemplo, para nadie es un secreto la incidencia que están teniendo los cultivos ilícitos en Nariño y la guerrilla en Cauca".
¿En Meta y Casanare hay temores de que grupos armados infiltren las instituciones?
"Allá es donde más duro se le ha dado a las bandas emergentes. Tenemos actividad de seguimiento, cada 45 días nos sentamos con el Ejército, la Fiscalía, la Policía y la OEA, a mirar en qué vamos. Como va nuestra política de perseguir organizaciones como las de 'Cuchillo', que sabemos que está en el sur del Meta".
¿Cómo es la dinámica de esta política?
"Lo que hacemos es juntar los gabinetes, les mostramos los programas con las líneas de acción, se hace un enlace, y a partir de ahí empieza el trabajo conjunto con los responsables de cada departamento y cada municipio, para enseñarles lo que hemos hecho".
¿Es decir, combinar proyectos departamentales con acciones desde el gobierno central?
"La responsabilidad en estos temas, finalmente, está en los municipios y departamentos. Ellos son los que ejecutan. ¿Quién es el primer responsable de una violación de derechos humanos? El alcalde, o el jefe de Policía que es la autoridad. En un departamento, es el gobernador. Lo que pasaba antes es que cualquier situación de esas brincaba directamente al Gobierno Nacional. Lo que hemos hecho es empezar a trabajar para que ellos entiendan que la garantía de los derechos humanos es una responsabilidad del gobernante local".
¿No es tirarle la 'pelota' a las regiones en temas tan delicados?
"Todo lo contrario, es compartir la responsabilidad. Un ejemplo, el tema de los desplazados. Todo el peso lo ha cargado el Gobierno, pero ahora, la Corte Constitucional dijo que los municipios y los departamentos también tienen que ponerse las pilas. Estos temas requieren de consenso, no de imponer una agenda".
¿Este plan demuestra que a pesar de los avances en seguridad, falta fortalecer las instituciones del Estado?
"En parte sí. Cuando llegamos en el 2002 usted podía contar, con los dedos de la mano, los municipios que tenían fortaleza institucional en materia de derechos humanos, pero los dedos sobraban. En los primeros cuatro años, llegamos a más de 300 municipios, y eso que estábamos aprendiendo. Ahora queremos es que los nuevos gobernantes mantengan estas políticas".
¿La intención es convertirla en una política de Estado?
"Una política de Estado que además salga desde lo local, nosotros sólo vamos a apoyar. Es decir, que esa institucionalidad desde lo regional reciba apoyo, asistencia, cooperación de unos programas presidenciales que ya tienen un recorrido largo".
Este plan tiene perspectivas prolongadas en el tiempo. ¿En estos dos años que le restan al Gobierno se puede poner en práctica ese aprendizaje?
"Cuando digo aprendizaje no quiere decir que no hayamos construido. Pero, sin duda, muchos de los resultados se aceleran en los años finales. Si este país toma las decisiones correctas en los próximos años, Colombia tiene toda la posibilidad de dejar atrás el resto del continente".
¿Y cuáles serían esas decisiones correctas?
"Me refiero a decisiones económicas correctas, seguir con la internacionalización de la economía colombiana. Decisiones que sigan generando la confianza en los inversionistas. En Rusia me dijeron, 'no hay en el mundo un país con las mejores condiciones para invertir que ustedes'. Eso lo dicen todos los empresarios. Tenemos que pensar en grande, seguimos pensando como país chiquito. Por ejemplo, ahora hay un debate pensando en las siguientes elecciones, pero lo que hay que pensar es en las siguientes generaciones".
Cuando habla de "decisiones correctas", y apuestas a largo plazo, ¿quiere decir que se debe mantener las políticas del actual gobierno, incluso con el Jefe que las ha liderado?
"Creo que sí, incluso con el Jefe. No creo que deba haber temor a la reelección. Esa reelección sí necesitaría un ajuste institucional grande para preservar la separación de poderes, pero creo que al pueblo no se le puede negar una decisión de esas. Uno lo que oye en el país es que la gente quiere que Uribe sea reelecto, el único sitio donde no lo oye es en los círculos privilegiados de Bogotá. Entonces, si esa es una decisión, ¿porqué no?".
¿No cree que otra reelección debilita la democracia?
"No la dañó en Inglaterra donde Margaret Thatcher duró 11 años, cuando recibió un país destrozado. No la dañó Roosevelt en Estados Unidos cuando duró 15 años, en los que sacó al país de la guerra y la recesión. No la dañó Felipe González en España que recibió un país golpeado y lo convirtió en una de las potencias europeas. Lo que hay que hacer son los ajustes institucionales para que se preserve esa independencia. La reelección no lesiona la democracia si hay controles, y la colombiana es una democracia llena de controles. Hay que ver el debate público que se da. Por eso creo que no hay que tenerle miedo a la reelección siempre que se den esos ajustes, empezando por una reforma política seria y de fondo".
Si no hay reelección, tendrían que salir líderes cercanos a Uribe que quieran mantener sus políticas. ¿Usted le diría al Presidente: yo soy el hombre que necesita para reelegir la política de seguridad democrática?
"No quiero entrar en ese juego porque me limita el escenario para trabajar con los departamentos y para generar un discurso que ponga a la gente a pensar en grande. Es decir en el futuro del país, todo lo que nos viene si tomamos las decisiones correctas".
Entonces, si no es el presidente Uribe, ¿quién garantizaría que el país tome esas "decisiones correctas"?
"Ahí hay gente. Desde César Gaviria, que me parece sería un gran heredero de Uribe hasta Juan Manuel Santos, por ejemplo. Gente es lo que hay, pero tenemos que pensar en grande, y el que más tendría esa capacidad sería Gaviria".
¿Ve lejos la opción de que Colombia tenga un gobierno de izquierda?
"El Polo Democrático, si no resuelve su problema ideológico interno, el del sector radical contra el sector social demócrata, nunca va a llegar al poder. Si el Polo no se vuelve un partido social demócrata, su opción de poder va a ser muy limitada".
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