En este país todo está por hacer. Esta es una manida frase que muchos pronuncian, pero con la cual pocos se comprometen.
Esa expresión es, sin duda, una verdad de Perogrullo, aunque es apenas un diagnóstico que se pronuncia sin mayor análisis.
Otra frase que también hace carrera y se ha convertido, como la anterior, en un lugar común es la de la certeza de que nuestro país es muy rico en el talento de sus gentes y en recursos naturales.
Si miramos bien, esta expresión debe servir de base para solucionar el problema anterior.
En la mentalidad general debe habitar la idea de que la satisfacción de las necesidades básicas de gran parte de la población colombiana es de todos; no de unos cuantos.
Porque el subdesarrollo obedece más a una idea que hace nido en las mentes de los humanos.
Ese pensamiento, el del compromiso de todos, es el que mueve a muchas personas y empresas comprometidas con el desarrollo.
Entidades que han creado y desarrollado un área de Responsabilidad Social, tan importante como las productivas.
En esta publicación incluimos ejemplos de esas acciones dignas de destacar y emular.
Grupos humanos organizados para el trabajo, la formación y la convivencia, tanto en campos como en ciudades, que cuentan con patrocinio y acompañamiento de empresas e instituciones, como uno de mujeres en el Bajo Cauca, que se unieron para producir frutas; lo mismo que otros similares en Oriente y en Yolombó.
Entidades solidarias, como el Banco Arquideocesano de Alimentos, el Hospital San Vicente de Paúl, que contribuyen en el bienestar básico de la gente: la comida y la salud, muy por encima de sus obligaciones de ley.
Instituciones educativas, como la Universidad de Antioquia y la Escuela de Ingeniería de Antioquia, cuyas prácticas investigativas apuntan a fortalecer el tejido social.
También hay propuestas culturales y de vivienda. En fin.
Las instituciones Fundación Argos, Bancolombia, Éxito, Nacional de Chocolates, Suramericana, EPM y otras más son las que aparecen como patrocinadoras de esas iniciativas comunitarias.
Y todo porque estas empresas tienen en su seno personas que entienden que también son colombianos y que el país debe dolernos a todos de tal forma que no nos quedemos en buenas intenciones.
Para nadie puede ser un secreto tampoco que esas empresas adelantan dichas acciones con el fin de que sus paisanos los queramos más. Lo cual es un bello motivo, pues el afecto es lo que buscan siempre los individuos y las colectividades. Es el motor del desarrollo. Sin duda, los vecinos de una institución lo quieren y defienden más cuando encuentran en éste un aliado, un amigo que respalda sus sueños, y no un mero negocio que apenas sí se ocupa de producir y generar rentabilidades para sí mismo.
En suma, las entidades con Responsabilidad Social entienden que si en Colombia falta todo por hacer, hay que hacerlo todo. Sin dilación ni disculpas.
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