Catalina las muestra con orgullo, están desparramadas por todo el cuarto. Juan Guillermo sí las esconde. Pero la casa de los Escobar está llena de medallas.
A Catalina, la mayor, la llevaron a los tres años, aunque ni se acuerda. Iba los domingos, porque entre semana había natación y patinaje.
"Pero solo a los siete años decidieron que sí seguía me daban un año de prueba, a ver si aguantaba. A los ocho años competí en el primer campeonato", dice Catalina.
Por esos días, Juan Guillermo apenas tenía dos años, y solo jugaba en las colchonetas. "Me llevaban y yo jugaba. Cuando estaba más grande me dijeron que me metiera, que no me podía quedar todo el día jugando".
A los dos, la prueba de fuego llegó a los ocho años de edad, aunque con los cuatro de diferencia que se llevan. Catalina ganó sus seis medallas, y Juan Guillermo se quedó con cinco de las siete que se dan a los varones. Ahí empezó el amor con la gimnasia que hoy los tiene en la Selección Colombia de Juegos Suramericanos.
En la casa no hay mucho que diga que son gimnastas. Juan tiene unos guantes de recuerdo y un cuadro de un gimnasta olímpico. "El pintor dijo que me iba a pintar a mí cuando grande".
En el cuarto de Catalina "están unas muñequitas de madera en posiciones de gimnasta y puros trofeos de recuerdo, nada más".
Son hermanos, como otras 13 parejas que estarán por Colombia en los Juegos. Y es difícil que los Escobar Gómez se nieguen. De cabello rubio encendido y unos rasgos que los harían pasar por mellizos, sobresalen en la Selección por sus rasgos.
Catalina es bonita. Mucho. No es muy grande, pero al momento de tomar la barra más alta de las asimétricas muestra una fuerza que es increíble que esté contenida en esos metro con cincuenta.
Juan es un poquito más alto. A sus 15 años ya es más alto que su hermanita. Igual de fornido, tiene una pequeña melena que da cuenta que todavía es joven, en época de colegio, pero con responsabilidades de grande.
"Para mí es un orgullo estar en la Selección Colombia, al lado de gente que ha hecho tanto, como Jorge Hugo Giraldo. Yo soy el más joven y es la primera vez que voy a estar en un torneo continental. Pero lo mejor es que es en casa y todos los de la familia nos vendrán a ver".
Más allá del talento a la hora de los saltos al caballo, modalidad en la que coinciden diciendo que es su fuerte, los Escobar no dejan de ser hermanos, de esos que se ven todos los días, y en los que tiene que haber peleas.
"Pero tratamos de arreglar las cosas rápido, no quedarnos bravos por mucho tiempo. No nos aburre vernos a cada momento, tenemos una relación muy bonita... Es en serio", dice Juan Guillermo, como quien le pide aprobación a su hermana mayor para poder decir algo.
Se hablan, comentan qué hicieron mal y cómo mejorar. Se dan palo, pero poquito. Y Juan Guillermo, como el menor, acepta que Catalina le enseña más que él a ella.
El legado parece seguir. No, por hijos, pues ni a los 20 años llegan. Están por el lado de los primos.
"Se llaman Luis Alberto y María Fernanda, pero apenas están en los cursos de iniciación de los domingos. Ella dice que quiere ser como yo, y él que como Juan", cuenta Catalina, quien asegura que los Escobar, los monitos de la gimnasia, duran otro rato.
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