EL FOTÓGRAFO. A las personas les gusta tomarse fotos. Al grito de: ¡Foto, foto! todo el mundo corre para incorporarse al grupo, posar con la mejor sonrisa y esperar a que el flash se accione.
Cuando el fotógrafo es inexperto y tarda en enfocar, aplicar el zoom y disparar, a las personas como que se les congela la sonrisa y se quedan gruñendo a la cámara o pareciera que les estuvieran respirando por la nuca. ¿Por qué siempre sonreímos? Como recordar es volver a vivir, es comprensible alimentar el presente con pensamientos bellos del pasado.
Si la foto está acompañada de una persona importante, nos produce una sensación de satisfacción; si la instantánea es de otro país, nos hace sentir cosmopolita; si la imagen es familiar, surge algo de melancolía y si la foto es de la enamorada, renace un mar de dulces recuerdos. Hay posturas graciosas, formales, cómicas y otras borrables. Muchas personas jamás están satisfechas de sus fotos y cuando las contemplan dicen: "Salí horrible", "Siempre salgo mal" ¡qué curioso! Si vivimos conscientes de que Dios me ve y me lleva en su mente, creo que nuestro comportamiento será digno y merecedor del mejor álbum de recuerdos.
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