A punta de pico y pala, una manguera y una motobomba, no iban a mover la tierra para sacar a Jorge Albeiro Espinosa Duque.
Así de claro lo veía su esposa, Paula Ramírez, quien a la orilla de la quebrada La Amagá esperaba la evolución del operativo de rescate. Pero el avance era muy poco.
Con mucha voluntad, los bomberos de Fredonia y Amagá, ayudados por baquianos con picos y palas, escarbaban para hallar el cuerpo de Jorge Albeiro, quien conducía un Renault 4 rojo de placas EVK 206 cuando fue empujado abismo abajo por un alud en el sitio Sinaí, en la vía Amagá-Bolombolo, y quedó atrapado por el lodo. El accidente ocurrió el miércoles. El lodo también sepultó una volqueta, pero el conductor, John Fredy Ramírez, saltó a tiempo y se salvó.
Según León Molina, socorrista de Amagá, Albeiro estaba cerca, unos metros antes de la quebrada, "porque anoche (miércoles) le toqué la oreja y el cinturón atado a su cuerpo, pero estaba oscuro y muy tarde y no lo pudimos sacar, suspendimos el operativo hasta hoy (ayer)".
O sea, el miércoles, Albeiro, de 30 años, quedó ubicado, pero los rescatistas no contaron con que en la noche llovería, bajaría más tierra y el cuerpo de la víctima pudo haberse corrido o hundido más, ¡vaya a saber hasta dónde! Para colmo, ni el Dapard ni Invías se hicieron presentes ayer con maquinaria y equipos de más tecnología, entonces no era mucho lo que se podía hacer.
Sólo con la voluntad de los campesinos y el entusiasmo de los bomberos y la Defensa Civil, no iba a ser posible el rescate. Y la desolación se apoderó de Paula. Incluso, al mediodía llegó una manguera y se activó una motobomba. Los ánimos subieron, pero cuando empezó a funcionar y se vio la poca fuerza de la presión, al rostro de Paula volvió el llanto.
"Tengo más fuerza yo orinando", decían los curiosos. Luego vino el aguacero y el operativo se suspendió, "hacemos lo que podemos, pero falta maquinaria", comentó Lilly Bedoya, de los Bomberos de Amagá.
Desesperación
En su desespero, Paula gestionó el pago de una retroexcavadora para que ayudara en el rescate, pero su intención no prosperó porque ya nadie podía meterse a la zona del desastre, máxime que promediando la mañana otro alud se vino y puso a correr a todos.
Tampoco le toca a ella pagar el operativo. Se espera que hoy los organismos de socorro cumplan su función y lleguen a buscar el cadáver de Jorge Albeiro, conocido en la zona como El Mono.
El trabajo de este hombre era surtir de confitería y mecato las tiendas del Suroeste.
"Él iba por los pueblos, el carro era suyo y el surtido también", contó Paula, con quien residía en Caldas. En el momento de la tragedia regresaba de Titiribí.
"Era una adoración, me decía gordita o mami y yo le decía Chanchis, no teníamos hijos pero estábamos casados hace ocho años", relató.
Al sitio llegó Margarita Tangarife, una clienta de Amagá, a darle el pésame a la esposa. "Él era un amor, me fiaba, yo le decía El Mono, ¡qué tristeza!", dijo.
Ojalá hoy se haga algo más por rescatar a este sencillo ciudadano, que perdió la vida trabajando, atravesando una vía que nadie se explica porqué estaba abierta si representaba un peligro inminente luego del alud que se vino a tierra hace 15 días.
"Nosotros lo advertimos, por ahí no se podía pasar todavía", conceptuó Gustavo Quijano, maquinista de la zona. Pero a Albeiro no le advirtieron, se metió al camino de la muerte y este no le perdonó la vida.
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