Lo confieso, a mí la noticia me dio risa profunda, por ser la típica noticia macondiana. Pero risa de esas que van con indignación incluida. El director de la cárcel Modelo de Barranquilla fue fulminantemente destituido por llevar un show nudista a los presos el 30 de diciembre del año pasado. Las carnes de las esbeltas bailarinas se contorsionaron en los pabellones bajo el permiso cómplice del mayor (r) Orlando Aragón Arias. ¿Las pruebas? Un video en el que dos Mamás Noel se mueven de manera sensual, al ritmo de un reggaetón, alborotando las pasiones reprimidas de los convictos.
Pero lo mejor de la noticia, y es la parte que da risa indignante, es la defensa que el mayor Aragón hizo de su regalo. Con perplejidad dijo que fue asaltado en su buena fe, que él no estuvo presente para supervisar su pundonor y pulcritud, pues se encontraba en el bautizo de su hijo recién nacido, y lo mejor, que se trataba simplemente de una actividad lúdica, una danza árabe, ese que llaman la de los siete velos.
La situación me recordó, entonces, aquel funcionario, Rafael Pérez Júbiz, director en su momento de la Corporación Regional del Atlántico (CRA), quien se defendió a capa y espada por un escándalo que en todos los mentideros de Barranquilla se mencionaba: un bosque extraviado. Sí, como lo leen, 26.400 árboles que se esfumaron después de que la Corporación pagó $661 millones distribuidos en 22 contratos suscritos en época preelectoral. Pillen pues la defensa del funcionario: las vacas, los burros y los cerdos se comieron los árboles.
Y para cerrar, la joyita del mes: el Director de Invías, Daniel García Arizabaleta, se niega a aceptar la destitución que le hizo la Procuraduría General, quien lo inhabilitó durante 15 años para ejercer cargos públicos, pues utilizó certificaciones engañosas para acreditar experiencia, ocupar dos cargos públicos de manera simultánea y cambiar las reglas de juego en beneficio propio, según los argumentos de la Procuraduría.
Esas son algunas de nuestras joyitas criollas. Frecuentes, por no decir menos. Gente que cree que aún se puede defender al estilo el Chavo del Ocho, diciendo: "se me chispoteó" o "bueno, pero no se enoje". Cosas de colombianos, buscando tapar el sol con una mano. Gente que se aferra al poder y no lo suelta, desconociendo la responsabilidad que tienen con las instituciones que representan y con el pueblo mismo. Ahí es cuando da dolor de patria pues muchos quieren meternos los dedos a la boca y creer que nosotros no lo sentimos.
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