Invierno en París. Menos tres grados centígrados y el maestro Fernando Botero tiene el jet lag, por el viaje de regreso de Medellín.
Duerme toda la mañana, lo que le asegura estar listo para entrar en la tarde en su estudio inmenso, de siete metros de altura, en la antigua sede de la Académie Julian.
Antes de entrar de lleno a lo que lo divierte: pintar, dice que está listo para hablar un rato con EL COLOMBIANO.
Al otro lado de la línea telefónica se siente cálido y tranquilo, y se sumerge en los recuerdos de las tres semanas que pasó en Rionegro, donde no había estado, por un período largo, desde 1951.
¿Que recuerdos le trajo su estancia en Rionegro?
"Yo compré la casa hace tres años y apenas la inauguré este año. Disfruté mucho de la finca, del paisaje y de la gente en los alrededores, que fueron muy amables.
Estar en la tierra de uno es algo maravilloso, en especial después de tantos años que no pasaba una temporada en Antioquia: desde 1951, cuando me fui de Medellín".
¿Qué lo devolvió a aquellas épocas?
"El paisaje y el verde de esa región es maravilloso. Estuve por Marinilla, El Retiro y Rionegro, y todo estos sitios tienen un sabor local y están muy cerca de mi sensibilidad. Lo disfruté mucho".
¿Cómo encontró a Medellín?
"Maravillosamente transformada. Muy limpia. Es quizás la ciudad mejor mantenida de Colombia".
Hace años que no tenemos una exposición suya en la ciudad. ¿Tiene alguna sorpresa reservada?
"Soy el pintor colombiano más exhibido en Colombia, porque tengo una exposición permanente en el museo de Antioquia y en el museo Botero de Bogotá.
Con esto ya todo el mundo sabe cómo trabajo y las inquietudes de mi pintura... Más, sería exagerar (risas)".
A usted nunca lo ha abandonado el acento antioqueño, ¿qué tiene de la exageración paisa?
"Qué más exagerado que el trabajo mío. Llevo 52 años fuera de Colombia y sigo hablando como los de allá".
¿Qué comió en su visita?
"De todo; muy engordador: chicharrones, arepas, chorizos. Ahora me va a pasar la cuenta. Aumenté de 3 a 4 kilos. Tendré que hacer régimen, pero hacerlo en París es difícil (risas)".
Lo que viene
Prepara una obra sobre el circo ¿Cómo ha sido este proceso?
"Visité un circo pobre en Zihuatanejo, un lugar en la costa pacífica mexicana, al norte de Acapulco, donde paso cada año una temporada, y me recordó los que iban a Medellín, en mi infancia.
Empecé a pintar el circo hace dos años y ahora estoy terminando una gran serie.
Es un tema muy favorable, que tiene mucho color, poesía; no solo del espectáculo sino de la vida detrás del circo".
¿Recuerda el nombre del circo que visitaba Medellín en su infancia?
"El circo Atayde, con unos animales muertos de hambre, los leones sin dientes... Son más poéticos que los que se pueden ver en Nueva York o en París (risas)".
¿Qué sigue en su calendario artístico?
"Ahora expuse en Zurich, luego, en marzo, en Londres y, en julio, en el Museo Nacional de Seúl".
¿Y volverá a Pietrasanta, luego de la imputación del gobierno italiano sobre evasión de impuestos?
"Esto se está solucionando rápidamente. Los abogados y expertos me han dicho que no me debieron haber pedido ese dinero. Yo creo que eso se va a arreglar en unos quince días".
¿Qué le expresan personas como Hirstch, quien dice que hace arte de una calavera llena de diamantes o con un becerro de oro en una urna?
"No me dice nada. Siempre he dicho que son curiosidades. Son ideas simpáticas e ingeniosas, pero el arte es otra cosa".
¿Cuándo vuelve a la ciudad maestro?
"Quiero ir (a Rionegro) por lo menos una vez, ojalá dos veces al año. Me encantó estar allá. Volver a la tierra siempre es emocionante".
Pico y Placa Medellín
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3 y 4
3 y 4