Decir que la vida profesional y personal del médico Esteban Echavarría no sería lo mismo sin Apple, no es una hipérbole.
No lo es, de plano, porque todo lo que tenga que ver con la icónica manzana es "su pasión", como dice él, entre risas; y su obsesión, como apunta Ana María Rendón, su asistente en el laboratorio Las Américas, donde administra un grupo que, por supuesto, trabaja en Mac.
Hay que ver su oficina. En su escritorio un iMac de 27 pulgadas le sirve para gestionar toda su vida laboral, incluso con desarrollos hechos a la medida.
A menos de un metro, en la pequeña sala de reuniones hay otro iMac, del mismo tamaño, con mouse y teclado inalámbrico, con el que pone en acción todos los ambientes de colaboración que permite el equipo, desde teleconferencias, a través de iChat, hasta la proyección de presentaciones, hechas en Keynote.
Si viaja, mete en su maleta un Mac Book Air (aunque también tiene un Mac Book de 17 pulgadas, más robusto) y no le falta el iPhone, en el que recibe alrededor de 250 correos diarios.
En su propio "museo" de Apple, a la que le ha seguido el rastro, por 30 años, se puede encontrar el Apple 2, el primer equipo con el que debutó la compañía, que Esteban vino a disfrutar en 1982, gracias a su papá, quien lo compró porque allí podía ver la carta dental.
Lo que no sospechaba el primo, Juan Diego, quien para esa época trabajaba en Xerox, y trajo el Apple 2 de E.U., por 5.000 dólares, es que ese primer encuentro sellaría múltiples adquisiciones futuras.
Aquí, en su colección está el primer iPod, un poco rudo, en comparación con los actuales; y el último de todos.
De pronto, Esteban coge de su escritorio un pesado y equipo y pregunta "¿sabes qué es?", y con una sonrisa apunta que es el Newton, la más pura prehistoria del iPad, que todavía funciona y que sorprende por el software de reconocimiento de texto que trae.
Y no contento con tenerlos, también los despieza y arregla. Porque al lado de su oficina está su taller en el que no tiene problema en cambiarle un disco duro a un iPod o arreglar un Mac de alguno de sus empleados.
Hacerlo es sencillo, en especial, a partir de un tutorial, que se puede descargar, incluso de internet, dice. En su escritorio hay una suscripción a Cuadernos Mac , una revista mexicana con información para usuarios.
¿Qué lo enamora de Apple?, podría resultar ser una pregunta redundante, en su caso. Sin embargo dice que es "amigable, lógico, para personas y no para ingenieros y estable", entre otras características que ha podido comprobar.
Cuando se encuentra con desarrolladores o diseñadores web, que trabajan con la plataforma, dice que ellos "ven el mundo distinto".
Y aunque cree que a veces hace parte de un grupo selecto, que aplican cierta "resistencia social" frente a las tecnologías dominantes, él no está dispuesto a renunciar a un mundo con el que cada día aprende cosas nuevas.
Allí está su encarrete. En la tecnología que le facilita vivir el mundo tal como él lo ve.
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