En la elección del protestador global como personaje del año que está despidiéndose, la revista Time ha dado en el blanco, pero al mismo tiempo ha marcado un gran interrogante: ¿En esta época no hay líderes políticos mundiales determinantes y visibles y la mediocridad es la tónica primordial en el manejo del poder y las relaciones políticas internacionales?
La portada de Time para la edición del 26 de diciembre muestra la composición del retrato de un prototipo de protestador cosmopolita. La combinación de los detalles indica la diversidad de nacionalidades de las protestas que explotaron en 2011. Las movilizaciones masivas tumbaron los regímenes de Túnez, Egipto y Libia. Pusieron a temblar los de Siria, Yemen y Bahrain. En México se levantaron voces populares contra el narcotráfico, en Grecia se marchó contra un gobierno confundido por la crisis económica, en Estados Unidos se ocuparon espacios públicos para reclamar equidad y en Rusia se rechazó la autocracia corrupta dominante. Se incluyen Gran Bretaña, Francia, España, los indignados, etc.
Uno de los rasgos comunes que identifican al protestador y sus motivaciones es la confianza en el potencial de los individuos y su capacidad de generar demostraciones colectivas, como expresión de índole democrática. Otra de las características es la juventud de los manifestantes. Y en todos los casos, aunque las redes sociales de internet no han sido las que originaron las movilizaciones, sí han agilizado su propagación por el planeta. Las han hecho contagiosas. Mediante esos vasos comunicantes se han sobrepasado los niveles de la realidad virtual para volverla real.
Con todo, la Primavera Árabe ha sido un espejismo. La protesta en Túnez no impidió que se adueñara del poder el islamismo radical. En Egipto, el gobierno de los militares ha contenido a los agresivos Hermanos Musulmanes . Y el protestador mundial, con todo y su fuerza global, carece de ideologías definidas. ¿De dónde viene y para dónde va una protesta que, además, repudia la misma globalización que la posibilita?
¿Mientras los individuos anónimos han venido asumiendo de todos modos su condición histórica, se ha disminuido la fuerza de los depositarios del poder? ¿La kriptonita de la protesta ha debilitado a los mandatarios y mandamases, es decir a los que han tenido la sartén por el mango por la voluntad general o porque se han arrogado facultades despóticas?
Por el escenario internacional desfilan unos líderes cohibidos, impotentes para conjurar amenazas y afrontar desafíos actuales, incapaces hasta de utilizar la capacidad de sugestión y exaltación mediática y reducidos a la condición de administradores encartados de la bancarrota. Ninguno de los mandatarios alcanzó a clasificar como personaje del año. Sin enumerar bandazos, incoherencias y desatinos, el más patético ha sido il cavalieri Berlusconi. Presenciamos una etapa de liderazgo mediocre.
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