Según el Dane, en marzo de este año el número de ocupados era de 20.416.000, lo que representa un aumento del 1,9 por ciento con respecto a igual período del año anterior. Por su parte, la tasa de desempleo fue de 9,7 por ciento, presentando una disminución de 0,5 puntos porcentuales frente a la registrada un año atrás.
A pesar de estos avances, al compararse con otras naciones latinoamericanas, Colombia registra el peor desempeño en materia laboral. Según la Cepal, en 2013, el promedio regional fue de 6,3 por ciento, nivel muy por debajo del registrado en el país.
Todo esto indica que, aunque cada vez se genera mayor empleo, este resulta insuficiente.
Además, los altos niveles de informalidad, que se calculan entre el 50 y el 70 por ciento, impiden que muchos nuevos ocupados accedan a empleos de calidad. Anif calcula que solo uno de cada tres colombianos cotiza a la seguridad social. El resto de los trabajadores o está desempleado o está siendo subsidiado (especialmente vía Sisbén) o simplemente está totalmente al descubierto en materia de seguridad social.
En los distintos frentes de generación de empleo y formalización, el presente Gobierno ha adoptado una serie de medidas que han ayudado a la creación de puestos de trabajo. Estas tienen que ver, entre otras iniciativas, con la reducción de los parafiscales, la Ley de primer empleo y formalización y el Programa Pipe.
Estas iniciativas, aunque han ayudado a mejorar el desempeño del mercado laboral, distan mucho de ser el tipo de acciones que permiten superar los obstáculos estructurales que impiden la creación acelerada de empleo de calidad, que es lo que el país precisa.
Al revisar la problemática laboral, el Consejo Privado de Competitividad encuentra que Colombia presenta síntomas de un mercado del trabajo con ineficiencias que impactan su competitividad. Agrega, además, que estas ineficiencias son señales de una serie de inflexibilidades que siguen aquejando dicho mercado.
Entre los problemas que el Consejo identifica como los principales cuellos de botella que impiden un correcto funcionamiento del mercado laboral están: los altos costos laborales no salariales (ello a pesar de su reducción, producto de la pasada Reforma Tributaria); la distorsión que ejerce un salario mínimo tan alto como el que existe en el país en relación con la productividad laboral; los altos costos de contratación y despido; y las barreras existentes a la movilidad laboral.
De otra parte, aunque con el Pipe el Gobierno ha sido eficaz en la dinamización de la construcción y, por esta vía, en la creación de puestos de trabajo, no lo ha sido en otros sectores igualmente intensivos en el uso de mano de obra, como son la industria y la agricultura.
En esta celebración del Día del Trabajo la consigna del país y el compromiso de los candidatos a la Presidencia para los próximos años deben ser la generación creciente y acelerada de empleo. La prosperidad de los hogares y las personas encuentra su concreción en la oportunidad real que tengan los colombianos de acceder a un empleo de calidad.
SOBERANÍA, PAZ, TRABAJO DECENTE Y VIDA DIGNA, CONSIGNAS PARA ESTE 1° DE MAYO
Por JULIO ROBERTO GÓMEZ
Presidente de la Confederación General de Trabajadores (CGT)
La consigna central para este 1° de Mayo, concertada entre las tres centrales obreras y la Confederación Democrática de Pensionados, es la soberanía ( que tiene que ver con el rechazo a la proliferación de acuerdos comerciales); la paz, el trabajo decente y la vida digna.
En este contexto es evidente una inconformidad de los trabajadores con este Gobierno, en términos de un acumulado de la deuda social por cuanto hay muchos anuncios pero muy pocas realizaciones para acabar con la tercerización laboral, la informalidad del empleo, aunque el Gobierno haga triunfalismo con una tasa de desempleo de un solo dígito, que dista bastante de la realidad.
En un próximo gobierno, y primero es que no haya reelección, pues el país no está preparado para reelegir a quien no ha aportado mucho al desarrollo del país, se debe tener en cuenta ante todo que la paz entra por el campo o no hay paz y esto significa, necesariamente, una reforma social agraria integral que impacta de una manera directa a 12 millones de personas en las áreas rurales. Y de contera, a todo el país.
Y un elemento central tiene que ver con un compromiso formal con el empleo. La mejor forma de combatir la pobreza no es entregando subsidios, no es mediante una política asistencialista, sino generando empleo. Un nuevo gobierno tiene que generar un proceso encaminado a pagar la enorme deuda social con la mayoría de la población.