Llegar a su casa es como hacerlo a la de uno, porque su recibimiento es con una sonrisa sincera que invita a entrar en confianza desde el saludo.
Así es María Teresa Mejía, la única árbitra que estará por Colombia en el Mundial femenino de sóftbol a cumplirse en Praga, República Checa, del 9 al 16 de este mes.
Pero igual es su perro, Niki, quien desde la puerta hasta que uno se sienta, hay que cargarlo y, desde luego, aceptar su caricia: un mojado lambetazo por todo el cachete.
Extrovertida, muy social y de buen humor, es María Teresa, quien ayer se desplazó a Praga y hoy se debe estar preparando para comenzar mañana la actividad que la desvive. "Acá no se gana plata, porque es una profesión que hay que llevarla en el corazón y mientras más importante sea el evento, menos se gana, porque la premisa es que es un honor estar en un Mundial como en este caso. Y sinceramente es verdad".
Ya son 30 años en el arbitraje y en mejor momento no le pudo llegar este nombramiento. "Desde Semana Santa que me dieron la noticia no he hecho sino llorar de la emoción. En un mundo tan machista como el del arbitraje, ser la única mujer nos tiene que llenar de mucha emoción y alegría. Por eso, desde ese día, me acuesto siempre pensando en dejar muy en alto el nombre de Colombia".
Casi que desde que tiene uso de razón recuerda estar metida entre bates y manillas, porque primero fue jugadora de béisbol y después de sóftbol, deporte en el cual tuvo el honor de ser Selección Antioquia en 1984, hasta que en el 79 se lanzó como árbitra.
"Creo que el deporte es mi gran pasión y no me podía retirar. Por eso decidí pasar de jugadora activa a árbitra con tan buena suerte, que al lado de mi compañera María Helena Galeano, somos las dos únicas con rótulo internacional y yo seré la única por Latinoamérica que estaré en el Mundial. Esto es una gran bendición de Diosito, que es mi primer patrocinador".
Papel fundamental ha cumplido su familia para que esté convertida en la número uno del arbitraje en el sóftbol colombiano.
"De no haber sido por mi esposo y mis hijos, que son mis principales críticos, creo que no hubiera llegado al lugar donde estoy. Muchas veces me ayudaron con dinero para los desplazamientos y con el estudio, principalmente el inglés", cuenta.
Y con un "ah... pero no me haga las cuentas, para saber cuántos años tengo" se despide esta 'albañil de paredes', como ella se define, porque además es instructora de murales.
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