Aquel día, el rostro de tristeza era de Diego Salazar. Su mano adolorida no alcanzaba a levantar la palanqueta y con ese movimiento en falso se iban a la basura cuatro años de esfuerzos.
Corría el 16 de agosto de 2004 en Atenas, Grecia, cuando la mano derecha de Salazar no dio más. Una luxación del carpo de la muñeca le dijo que los cuatro años de preparación, hasta ese instante, se iban lejos.
"Estaba convencido de que iba a ganar una medalla, tenía el nivel para estar en el podio. Pero las excesivas cargas de trabajo me lo impidieron", manifestó Salazar, oriundo de Tuluá, a este diario, ese mismo día. En su muñeca estaban unos clavos que recordaban el dolor sobre el escenario.
Hoy, ese sufrimiento lo vivió otro colombiano, en el mismo deporte, y en un escenario decorado, otra vez, por los aros olímpicos.
Ayer, el antioqueño Óscar Figueroa, hijo de Zaragoza, vivió la tristeza de una rápida despedida olímpica.
Quinto en Atenas-2004, Óscar perdió, en esa ocasión, la medalla de bronce de los 56 kilogramos por ser más pesado que sus rivales (el turco Sedat Artuc y el búlgaro Vitali Dzerbianiov) con quienes igualó en kilos el gran total (287.5). En la tarima griega, Figueroa perdió el bronce por 57 gramos, al pesar 55.93 kilos, frente a los 55.85 del búlgaro y a los 55.36 del turco.
Por eso Pekín se veía como una revancha, luego de ser subcampeón mundial en 2006 y cuarto en 2007. Además, en el ranquin mundial de 2007, Figueroa era décimo, superando incluso al mismo Diego Salazar. Pero nada salió bien. Llegó a China arrastrando una lesión en la mano derecha que, a la hora de saltar a la plataforma, no lo dejó competir a su usual nivel.
En sus tres intentos, Figueroa perdió el agarre con la mano derecha, la misma que había hecho retirar a Salazar en Grecia.
Intentó e intentó, pero la barra simplemente no se logró despegar del suelo.
El paisa, que compite por la Liga del Valle del Cauca, salió del escenario con sus ilusiones rotas y en el camerino se dejó caer al suelo, y lloró.
Hoy, el camino les cruzó los cables, y Salazar pasó del sufrimiento a la dicha. Figueroa, con 25 años, aún puede soñar con otra revancha en los Juegos de Londres-2012. Y desde ya recibe la voz de aliento del hombre que vivió la tristeza olímpica en manos propias y hoy celebra la medalla de plata: Diego Salazar. "Es difícil, yo lo viví en Atenas. Es muy duro y le deseo que se recupere muy pronto".
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