Al conceder el Príncipe de Asturias a Google, en la modalidad de comunicación y humanidades, el jurado destacó la contribución "decisiva" de este buscador virtual "al progreso de los pueblos, por encima de fronteras ideológicas, económicas, lingüísticas o raciales".
Si bien es innegable que el aporte de Google a la revolución informática es enorme y que su modelo corporativo se ha convertido en un paradigma para las empresas modernas, me resulta absurdo que este premio le sea entregado a esta corporación, por la doble moral de su estructura.
Google se opone a la Ley Patriota y se niega a entregar información de sus bases de datos al gobierno federal de Estados Unidos y se transforma en el abanderado de la Quinta enmienda de esta nación, pero, por otro lado, y bajo el seductor espejismo del mercado emergente chino Google se deja chantajear por el Partido Comunista de este país para censurar páginas, informaciones y términos contrarios a las políticas dictatoriales de ese gobierno.
Si eres un chino de 25 años y quieres consultar términos como "democracia", "libertad de expresión", "dalai lama" "free tibet" mejor no lo intentes a través de Google. Desde luego estamos hablando de un mercado virtual de 1 billón de desinformados chinos, ¡hay que sacrificar la libertad de expresión a cambio de la libertad de mercado, señores!
No veo sensato el otorgar este tipo de galardones a las grandes corporaciones que se mueven por el ánimo de lucro. Premiar a Google por su aporte a la comunicación sería como premiar a una petrolera por su contribución al medio ambiente o a Mc Donalds por su aporte a la solución de la crisis alimenticia mundial.
En vez de premiar a las corporaciones, las deberíamos cuestionar, las deberíamos investigar, pero sobre todo las deberíamos vigilar, es la única forma de conservar nuestra libertad, ya lo dijo Thomas Jefferson "el precio de la libertad es la eterna vigilancia".
Internet es el último bastión de la libertad humana.
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