Desde que era adolescente y tenía que ir a Bogotá a hacer alguna vuelta, Luz Marina Correa miraba con fascinación a las mujeres policías. El verde, la atraía. Las veía elegantes, bonitas y le decía a su papá que quería ser como ellas.
Su padre fue el cómplice. Cuando iba a terminar bachillerato en Facatativá le llegó con una noticia que la alegró: en el Ejército había una convocatoria para mujeres suboficiales. Ella no lo pensó dos veces y, al día siguiente, se madrugaron para Bogotá a presentar los papeles e iniciar el proceso de selección.
“Presenté los documentos y empezaron los exámenes”, recuerda Luz Marina. Cuando la aceptaron en la Escuela Militar de Suboficiales Sargento Inocencio Chincá, su uniforme no era verde como siempre lo soñó, era color habano.
Pero también se llevó otras sorpresas: no había alojamiento para las 72 mujeres que querían ingresar a la carrera militar y, por eso, debían hacer sus cursos como externas.
Es técnica en sistemas y su primera unidad fue la Dirección de Reclutamiento, a la que empezaban a llegar los primeros computadores. Era la época en la que se usaban los discos blandos y los computadores no traían incorporado el sistema operativo.
En la década de los 90, la asignaron al Batallón Cazadores, en San Vicente del Caguán, y le tocaron ataques guerrilleros como el de la quebrada de El Billar en el que murieron 63 militares y 43 fueron secuestrados.
Pero no todo fue trabajo. En sus 22 años de vida militar, Luz Marina ha tenido tiempo para formar una familia. Se casó con otro suboficial del Ejército y tuvo una hija. En esos casos, explica, los traslados se hacen a la misma unidad para que no se presenten inconvenientes en el hogar.
Ahora, como primera mujer en alcanzar el rango de sargento mayor en el Ejército, Luz Marina se ríe cuando se le pregunta qué se siente ser famosa y dar entrevistas. Ella solo espera que otras chicas se animen a adelantar la carrera militar por la que optó hace 22 años.
Su hija, de 16 años, podría ser una de ellas, porque también se crió amando el verde. “Cuando estaba chiquita se ponía mis botas y la gorra del papá. A ella también le encanta el verde”, cuenta orgullosa la sargento mayor Correa.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6