Es bien sabido de todos que la época de Cuaresma es para ejercitarnos en la oración, el ayuno, la penitencia y la limosna. Es deber de cristianos convencidos si queremos nuestra salvación.
Por limosna tal vez creemos que con algunas pequeñas donaciones ya hemos cumplido. Es hora de reflexionar, porque el apego al dinero y a todo lo que nos encanta como ropas, lujos, bienes que podríamos suprimir y que nos hacen esclavos y no pensamos en las necesidades que tienen nuestros hermanos que carecen de lo necesario para vivir. Pensemos en la Iglesia primitiva, San Pablo en la segunda carta a los Corintios 8, 9 nos dice: "Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad, siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza fueran ustedes enriquecidos".
Leamos también el Catecismo Católico: "El hombre, al servirse de esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que han de aprovechar no sólo a él, sino también a los demás" (GS 69, 1).
El Evangelio nos hace saber que las riquezas terrenas no son para utilidad nuestra solamente, que debemos hacer la caridad pensando en la mayor gloria de Dios. Que a nadie falte la ayuda de nuestro amor y no es sólo ayuda material, demos y démonos. Vivamos una Cuaresma digna y bien preparados para celebrar la Pascua de Resurrección.
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