Hace tres meses David Ospina Ramírez recibió un serio coqueteo del Niza francés, en el que el club de la primera división delataba serias intenciones de llevárselo de Colombia para abrirle las puertas del futuro. Algo así como el anillo de compromiso.
El paquete que llegó procedente de Europa contenía el buzo negro y blanco, con todo y guantes, del equipo al que el arquero antioqueño se unirá el próximo martes. El lunes por la tarde lo despedirá su familia desde el aeropuerto José María Córdova.
Cuando recibió la prenda y tras medírsela y observarla con detenimiento, David se la mostró a su mamá y la guardó en un lugar especial de su vestier.
Seguramente cada vez que la veía, como sucede con los enamorados, el muchacho que el 31 de agosto próximo cumplirá 20 años de edad, sentía algo raro. En ese pequeño símbolo estaban sus ilusiones de dar el salto al fútbol internacional.
Hoy, con la visa en la mano y la confirmación de los dirigentes de ambos clubes de que el negocio es un hecho porque solo faltan pequeños detalles de procedimiento, Ospina alista sus maletas para ir a presentar los exámenes médicos y de inmediato unirse a la pretemporada con el conjunto galo que busca en él al sustituto de Hugo Lloris, transferido al Lyon que es el actual monarca de Francia.
Es decir, hará un curso prematrimonial intensivo con la institución francesa que en principio le hará un contrato por cuatro años, con la esperanza de prolongarlos si la convivencia resulta positiva.
"Tengo muchas expectativas de cómo me van a recibir, es mi primera experiencia de este tipo, pero confío en que todo saldrá bien", dijo a este diario el cuidapalos que viajará solo (luego irá un emisario de Nacional) y que no entregó detalles de la transferencia.
Con el viaje de David a Francia, tanto en Nacional como en su hogar queda el vacío que dejan las personas queridas de la familia que deciden emprender otros retos, lejos de casa.
Los verdes pierden a uno de sus ídolos y los Ospina Ramírez se preparan para soportar la ausencia temporal del hijo mayor, "consentido y querendón". Daniela, su hermana, extrañará en la distancia al quien se convirtió en su mejor amigo, en tanto que Lucía (mamá) y Hernán (papá) experimentan una sensación extraña entre "alegría y tristeza, pero que todo sea por su proyección". Al igual que David previo al viaje, ellos sienten cosquillitas en el estómago y preparan la bendición.
Pico y Placa Medellín
viernes
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