Si un objeto de 50 metros chocara contra la superficie terrestre, los daños en la vecindad serían enormes.
Un golpe de estos ocurre en promedio cada 30.000 años. Un asteroide o cometa de 10 kilómetros como el que provocó cambios climáticos que condujeron a la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años, se dan cada 100.000 años más o menos.
¿Cómo evitar la catástrofe? Primero: conociendo los objetos y sus trayectorias.
La Nasa tiene por mandato del Congreso de Estados Unidos la misión de hallar a 2020 al menos 90 por ciento de los objetos mayores a 140 metros y que constituyan amenaza para el planeta.
El Consejo de Investigaciones de E. U. presentó hace cuatro días un reporte en el que recomienda indagar también por los que midan 30 a 50 metros, cuyo impacto sería catastrófico.
Pero con 4 millones de dólares al año, la misión parece irreal. Hasta anteayer, según el informe oficial del programa Near Earth Object de la Nasa, se habían hallado 6.691 asteroides de todos los tamaños, de 6.775 objetos cercanos a la Tierra encontrados a esa fecha.
De un kilómetro o más eran 803. Hasta de 100 metros iban cerca de 2.000.
A mediados de enero los diarios anunciaron que un asteroide de 10 metros había rozado el planeta. Pasó a unos 120.000 kilómetros, una distancia corta en términos astronómicos. En noviembre 6, uno de 7 metros pasó a 14.000 kilómetros.
¿Qué pasaría si uno se dirigiera hacia la Tierra? El reporte del Consejo recuerda que existen cuatro maneras de mitigar o evitar el impacto, ninguno de ellos disponible a la fecha.
Los más cercanos serían dos de ellos: la defensa civil, un programa de evacuación y refugios para redecir los daños y los impactadores cinéticos, artefactos dirigidos para cambiar la trayectoria de los cuerpos.
Aunque no tan lejanos, serían útiles para cuerpos de hasta un kilómetro siempre y cuando se advirtiera el peligro meses antes.
Cuando faltan 10 años para culminar el mandato a la Nasa, no se puede descartar un impacto serio. En este caso, sólo el golpe avisaría.
A prender velitas.
