Al completar el presidente Álvaro Uribe Vélez su sexto aniversario frente a los destinos de Colombia nos asedian las incertidumbres en la política, en la justicia, en la economía, en la lucha contra el narcotráfico, en la infraestructura y en la seguridad social. Los retos externos no son objeto de esta nota.
Las incertidumbres políticas parten casi todas del silencio del Presidente frente a sus intenciones en materia electoral, frente a su segunda reelección. La reforma constitucional que ésta conlleva sepultará casi todas las reformas propuestas recientemente por el presidente Uribe, entre ellas la de la Justicia y la de la Política.
Algunos colombianos que fueron artífices de la Constitución del 91, no ven la necesidad de una reforma de fondo de la Justicia. Un bledo les preocupa a éstos que cualquier problema jurídico no se resuelva en Colombia antes de 15 años. Lo importante para ellos es la justicia espectáculo -contra los congresistas- con escaso rigor jurídico, la lucha entre los cinco rectores de nuestro extravagante ordenamiento jurídico. Porque la justicia elemental, la indispensable para la convivencia de los ciudadanos comunes y corrientes cojea hoy más que antes de la Constitución del 91. Hemos retrocedido.
La reglamentación de la actividad política en Colombia ha sido atomizadora, anarquizadora de los partidos, tolerante con los clientelismos y con las microempresas electorales. Ha sido corruptora de la política, en una palabra. Frente a esto convocó el Jefe del Estado una comisión de notables que acaba de presentar un documento con recomendaciones muy acertadas para encauzar la actividad política. Su utilización y su aprobación también resulta incierta frente a la reelección.
Para los empresarios, el orden público tan sólo preocupa al 0.4 por ciento de los encuestados, en tanto que la apreciación del peso desvela al 20 por ciento y la falta de demanda al 17 por ciento. Ya comenzaron a quedar en la calle miles de colombianos. Los críticos le censuran a Minhacienda su presupuesto para 2009 con el 13 por ciento de incremento sobre el 2008, porque puede apreciar más la moneda y elevar los precios. Se limitan el ministro Óscar Iván Zuluaga y el gerente del Emisor, el señor J. Darío Uribe, a incrementar la incertidumbre con sus respuestas y soluciones candorosas.
En infraestructura vial se ha retrocedido. Las deudas del Fosyga tienen al borde de la quiebra a las Empresas Prestadoras de Salud, EPS. Y para rematar tal insolvencia, los ciudadanos no encontramos como pagarles los aportes a las EPS.
La popularidad de Uribe no es inmerecida. Ya ocupa Uribe Vélez un lugar muy destacado en nuestra historia. Mas no creo que nos encontremos todavía cerca del fin del fin de la guerrilla, mientras el narcotráfico, nutriente de casi todas nuestras calamidades, no se reduzca a niveles más tolerables. El fracaso en las fumigaciones no es tema soslayable. Es quizá la mayor de todas las incertidumbres.
Conclusión: El presidente Uribe enfrentó el orden público y triunfó con su estrategia de la seguridad democrática. Las incertidumbres descritas le exigen nuevas estrategias y subalternos capaces, pocos de ellos cumplen a cabalidad. Pero, así y todo, anhelamos que triunfe Uribe para bien de todos.
