El rastro de Óscar Rojas se puede seguir por la ciudad. Su obras están en la calle, donde el público las vea, pues fueron hechas con ese fin.
"El arte es para el pueblo", dice, parado en medio de las 12 esculturas que llevó al Parque de Bolívar para celebrar su cumpleaños número 80.
"Me encontré con un amigo y lo primero que me dijo fue: ¿Vos todavía estás vivo?, así que esto es también para decir que sí, que sigo vivo".
De Óscar Rojas es el Gaitán de la Oriental, el niño de la fuente de San José y la Madremonte que está en el Jardín Botánico.
Ese rastro suyo aún permanece en una de las orejas del puente de la 33, ahora en ampliación. Ahí estaba su Monumento al arriero: un pedestal del que sobresalían la cabeza de un caballo y de un arriero. La escultura fue polémica en su momento y la fueron desbaratando de a poco. Hoy no queda más que el pedestal.
"Que me devuelvan la piedra, para tallarla", dice entre risas y antes de saltar de esa especie de escenario del parque donde instaló sus esculturas como velas del pastel de cumpleaños.
Ahí puso sus bustos de Gardel, de José Horacio Betancur (su maestro y amigo) y de Pedro Nel Gómez. Ubicó también tres esculturas en madera, un par de pájaros y otras tallas en piedra.
"El arte no es para estar en hoteles y oficinas, donde nadie pueda verlas", asegura. Óscar sigue esculpiendo, tallando y pintando, pero lo más importante, sigue siendo un artista contestatario... y está vivo.
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