"Ernesto Guevara y Pancho Villa están vivos". Esto lo asegura Paco Ignacio Taibo II luego de una década y media conociendo la vida de estos dos revolucionarios latinoamericanos, afirmando que de ellos "se ha escrito mucho pero se conoce poco".
Empezó a "entrometerse", como él mismo lo dice, en la vida de estos revolucionarios, iniciando con la del Che, aunque aclara que Pancho Villa siempre fue su héroe favorito.
Le tomó más de 12 años y algo de azar publicar Ernesto Guevara, también conocido como El Che, como se titula su biografía. Todo esto mientras seguía alimentando su faceta como creador de novelas negras, e incluso mientras escribía Muertos Incómodos, obra realizada en coautoría del Subcomandante Marcos.
En La Higuera
Uno de los más asombrosos encuentros de Taibo II fue el mítico diario verde de Ernesto Guevara, donde el Che transcribió diversos poemas de Pablo Neruda, Nicolás Guillén, León Felipe y César Vallejo.
"Un día llegó a mi casa un editor con un paquete de fotocopias que quería que yo revisara. Eran poemas escritos a mano y la letra se me hacía familiar. Saqué de mi archivo copias de diarios de Guevara y confirmé, era la letra del Che. Pasé 12 años buscándolo, para que a última hora llegara a la puerta de mi casa".
Del libro en cuestión se dijo que estuvo en la caja fuerte de un militar boliviano, que lo tenía la CIA para crear un diario falso del Che para desestabilizar a Cuba.
Lo cierto es que en los ochenta apareció en una prestigiosa casa de subastas británica. Cuba reclamó diciendo que ese material no era propiedad de dicha casa, que les pertenecía. Así, lejos de la prensa, el cuaderno verde llegó a la isla, donde se desconoce su ubicación.
De nuevo en México
Decidió bajar la intensidad de su búsqueda de nuevos datos sobre la vida de Guevara, para "tener el valor" de descubrir a Pancho Villa, porque según Taibo, "la historia de Villa es la historia de los perdedores de la Revolución Mexicana".
Para publicar la primera edición de la biografía de Villa, durante tres años no se despegó de él, se convirtió en su sombra para quitarse todas las telarañas históricas que tenía sobre esta mítica figura y poder así emprender la aventura de relatar su vida lo más fielmente posible.
Taibo usó cuanta fuente encontró. De hecho, llegó a una vieja bodega de una radiodifusora mexicana para encontrar un centenar de grabaciones con viejos villistas, realizadas en los años sesenta.
El problema no eran las fuentes, sino las grandes sombras que cubren la historia del personaje, porque, según Taibo, el villismo "ha sido narrado por el lado folclórico, se recogen anécdotas dispersas o se le inventan otras, siempre cayendo en el estereotipo del macho pistolero".
A Villa siempre se le presentó como a un bárbaro, porque fue bandolero durante su juventud, hasta que ingresó a la revolución y empezó a barnizarse de revolucionario, gestando un sólido proyecto, pese a ser analfabeta, sin un solo día de escuela y sin formación política o social.
"Es injusto, Villa ejerce un proyecto social que fue madurando, aprendiendo a escribir, formándose a través de su experiencia. Fue una lucha entre la leyenda negra que era muy confusa, con folclor, mentiras y medias verdades, y la historia oficial, la cual no quería a Villa, quitándole su capacidad de ser la voz de los pobres", afirma el autor.
"Fue un hombre violento en una época violenta, pero jamás un sádico. Era una época en la que ninguno de los bandos tomaba prisioneros, todos eran fusilados".
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