En 1908 el pintor Monet recibió una noticia desoladora: "Usted tiene síntomas de doble catarata". Un golpe tan duro como lo fue la sordera para Beethoven y a esto se sumaron otras desgracias: En 1911 murió su esposa y tres años después Monet lloró la muerte de su hijo mayor.
El maestro no abandonó la pintura, antes bien, se refugió en ella y en ese tiempo pintó obras memorables. Años más tarde lo operaron y recuperó la visión, pero ya estaba cercana su muerte y murió a los 86 años en 1926. Su vida era como sus cuadros: hecha de colores descompuestos y con una hermosa vibración de luz.
El maestro impresionista había perdido a su padre a los cinco años de edad y ese golpe marcó mucho su vida. Es bueno aprender de sus cualidades y valorar el coraje que tuvo para surgir a pesar de los rechazos.
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