Los colombianos tenemos que aprovechar este momento de júbilo nacional, luego del rescate de 15 secuestrados, para dar un gran salto como Nación, hacia la plena conquista de la libertad. Vamos a revivir la gesta del 20 de julio de 1810, pero esta vez no para lograr la independencia de un imperio extranjero, sino para lanzar nuestro grito contra el terrorismo incubado en las selvas de nuestro país, donde permanecen secuestrados numerosos compatriotas, por razones políticas y extorsivas.
Con la liberación de Íngrid Betancourt, de los tres contratistas estadounidenses y de once militares y policías, el Estado colombiano propinó un fuerte y certero golpe a las Farc, pero no podemos olvidarnos del drama que viven numerosas familias por el prolongado secuestro de sus hijos que se quedaron en el monte. Este golpe fue un paso definitivo y nos hace pensar que el fin de este flagelo está muy cerca.
Por eso, por una idea surgida casi por generación espontánea entre quienes creemos que estamos viviendo un momento histórico, se está promoviendo una gran marcha nacional por la libertad de todos los secuestrados, que se realizará en las principales ciudades del país el próximo 20 de julio y que, al igual que otros medios de comunicación, acogemos de manera entusiasta, como en el pasado reciente hemos brindado nuestro respaldo a este tipo de movilizaciones, cuando ellas han sido convocadas, no contra nadie, sino a favor de la libertad, de la justicia y de la paz, como la que se realizó el pasado 4 de febrero que, según reveló uno de los liberados, fortaleció a los secuestrados y minó la moral de los guerrilleros.
No puede ser más simbólico y de alta significación el día señalado para esta gran marcha por la liberación de todos los secuestrados, pues más allá de los tradicionales desfiles militares que suelen realizarse en este fecha, como una forma de exaltar su contribución para el logro de la independencia nacional, serán ahora todos los colombianos los que se vuelquen a las calles a reivindicar este derecho fundamental que está en la base de los Derechos Humanos, y que solo es posible en una democracia con plena vigencia de la ley y el orden, como la nuestra.
Desde la Revolución Francesa, cuando la libertad fue asociada a principios como la justicia y la igualdad, es imposible concebir una democracia sin la libertad plena de todos sus hijos, solo bajo los límites que impone la ley, pero nunca por la fuerza ni el pago de dinero. Y, por eso, resulta un contrasentido histórico, que con las libertades que garantiza nuestro Estado de Derecho, haya personas en el territorio de nuestra Nación, que mantengan cautivos a dirigentes políticos, miembros de la Fuerza Pública y miles de ciudadanos con fines extorsivos, violando todas las convenciones en materia de Derechos Humanos.
En esa misma sociedad francesa del siglo XVIII, la idea de la libertad estuvo asociada siempre a una atractiva mujer, tal como se aprecia en célebres obras de arte. Nos emociona que sea ahora otra mujer, y lo que ella representa como símbolo de la libertad, tras su martirizante cautiverio de seis años en poder de las Farc, la que se ponga al frente de esta marcha por la liberación de todos los secuestrados, para poner fin a este abominable delito y poder repetir con Benjamín Franklin: "Donde mora la libertad, allí está mi patria".
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