Ni la semana entrante, ni la que sigue, ni el próximo mes, ni el siguiente, tendremos Fiscal General de la Nación en propiedad. Y no será porque muchos de los magistrados en la próxima sesión que se trate este tema, como lo anunció el presidente encargado de la Corte Suprema de Justicia Jaime Arrubla Paucar, se tendrán que declarar impedidos a la hora de votar por el nuevo candidato, el señor Jorge Aníbal Gómez, (inconveniente que puede sortearse) no, no habrá designación de Fiscal General porque a estos funcionarios no se les antoja, no les interesa.
Esto es lo que han demostrado los magistrados a lo largo de los últimos diez meses. Que dizque la terna presentada por el Presidente Uribe era inviable, que el problema era porque no son penalistas, más adelante, que ninguno de los candidatos había conseguido los votos requeridos, que el Fiscal encargado lo está haciendo maravillosamente, son algunas de las declaraciones que le hemos venido escuchando al "pantallero" magistrado Arrubla.
¿Ternas viables o inviables? ¿Qué quieren decir con eso, cuando el tema no es de viabilidad o inviabilidad, sino de cumplir con unos requisitos que están consignados en la ley? Y, ¿lo de penalistas? En ninguna parte se especifica que deben serlo, ¿entonces? Y lo de la interinidad, ¿a qué entidad no la perjudica tener durante casi un año a su máximo jefe provisional?
Definitivamente, estos omnipotentes señores de la CSJ, amparados en el vacío jurídico que no establece un plazo determinado que los obligue a elegir Fiscal General, están demostrando una vez más todo su poder y están haciendo lo que les da la gana. Son unos engreídos, politizados y, hasta prevaricadores por omisión según afirman algunos entendidos en la materia, que han venido sacándole el cuerpo a la elección sin importar el daño tan grande que le hacen a la institución, a la misma administración de justicia y, por ende, al país.
Pero ¿cuál es la verdadera razón que se esconde detrás de este mezquino proceder, cuál es la inconfesable verdad, cuál es esa intención política que ciertamente parece que va más allá de hacer oposición o cobrar venganza con el gobierno del Presidente Uribe? Esto habrá de saberse algún día.
No solamente es triste ver que muchos de estos señores togados, que tampoco merecen el calificativo de honorables porque perdieron la senda de la probidad, la dignidad y la respetabilidad desde cuando, como los jueces descritos por Hesíodo en Los Trabajos y los Días, se convirtieron en unos tragones de regalos (relojes, viajes, bacanales, coimas, apoyos políticos, etc.), que sin el más mínimo reparo decidieron asistir a fiestas y recibir dádivas de conocidos capos, sino que también es muy preocupante, por el desmedido poder que han ido adquiriendo. Además, tampoco han dado muestras de aplicar la justicia con imparcialidad, en la que se juzga con el mismo rigor y seriedad a todos los actores del conflicto colombiano, mucho para la parapolítica y poco o nada para la farcpolítica. Estos intocables amedrentan a cualquiera que se interponga en sus objetivos, incluidos los demás poderes del Estado y la prensa.
Entonces, si los magistrados tienen el poder sobre sus investigadores y la potestad para encarcelarlos, ¿a la Corte Suprema de Justicia quién la ronda? Así es muy difícil su control. Por esta y muchas otras razones, es urgente una reforma a la justicia. Este será uno de los temas de mayor importancia que tendrá que abordar el próximo gobierno porque vamos camino de una dictadura judicial.
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