No por ser hijo de Julio Iglesias se canta bien; ni el más bello si se es de Brad Pitt. O un estadista si se tiene de padre a un presidente.
Cosa contraria sucede con Gabriel Jaime, quien rueda en el vehículo número 10 de la caravana de la Vuelta a Antioquia y le hace honor a su padre, un consagrado entrenador del ciclismo colombiano: Raúl Mesa, el mismo que dirige el equipo élite de EPM-Une y ya ha sacado varios campeones.
Pues bien, ahí cerquita le pisa los talones su hijo, encargado en la misma escuadra del sub23, y quien, desde pequeño ha tenido una bicicleta, pero nunca se atrevió a medírsele a la competencia por una razón muy sencilla: su padre nunca lo acolitó.
"Siempre me manifestó que sufría mucho pensando en una caída o un accidente, porque él reconoce que es un deporte de bastantes riesgos. Entonces me tocó hacer la fácil: no pasar de recreativo", dice Gabriel Jaime, en cierto tono melancólico.
Pero que no lo dejara estar en la carretera sobre una bicicleta, no significaba que no pudiera hacerlo de otra forma y, por eso, hoy hace parte de la caravana que transita en la Vuelta a Antioquia, eso sí con el mismo cargo del papá: entrenador, así sea de "más baja" categoría como él mismo lo reconoce.
Y si bien, el ser hijo de una figura del ciclismo pesa, lo que viene realizando se lo ha ganado a pulso. "Llevo tres años seguidos al lado de mi padre, al cual le he aprendido mucho, pero le doy gracias que ya me haya soltado. Creo que tengo algo vital para cualquier entrenador y es tener empatía con los dirigidos, además de demostrarles que se sabe", agrega.
Es, dice, un hombre muy hogareño, que solo tiene tiempo para su esposa Claudia y sus hijas Catalina y Verónica. "Con orgullo puedo decir que me dominan tres mujeres, que son mi mayor regalo de Dios y en quienes pienso mucho cuando estoy por fuera".
Salir a montar en bicicleta cuando no está en las carreras, a comer los fines de semana en familia, y a dedicarle mucho tiempo a prepararse para ser un gran técnico, son cosas que pregona como si fuera su religión.
De momento, Gabriel Jaime sabe que tiene que estar atento a colaborarle con su grupo al Élite, porque en esto del ciclismo sí que hay que respetar las jerarquías.
Es pura vena ciclística, porque desde niño ha crecido al lado de una bicicleta y al parecer ese será su camino para toda la vida. Al menos en el hoy, disfruta al mando del equipo EPM-Une sub23, esperando que su padre sea el camino ideal para volar más alto.
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