Con mucha incertidumbre avanzaban este sábado los trabajos de búsqueda de las cuatro personas que presuntamente están desaparecidas bajo los escombros de un alud de piedras que se desprendió de la montaña en las afueras de dos minas de Buriticá, municipio del Occidente antioqueño.
Las dudas estaban en la existencia o no de personas sepultadas bajo la tierra, pues todo se basa en testimonios de un sobreviviente, Samuel Hernán García, quien se ha sostenido todo el tiempo en la afirmación de que sus amigos -El Mello y El Peyo- estaban juntos en medio de la montaña cuando el gavión colapsó y las toneladas de piedra se fueron sobre ellos. Samuel afirma que incluso El Mello, de quien no sabe su nombre, alcanzó a gritarle "Samuel, Samuel, parcero", antes de que se lo tragara la tierra.
Héctor Ortega, del Grupo de Rescate Usar, uno de los organismos de emergencia que está presente en la zona de la tragedia, afirmó que las tareas de rescate se están organizando por grupos y con ayuda de la comunidad. A la vez, afirmó que en la tragedia también hubo un muerto y tres heridos, ninguno de estos de gravedad.
"Inicialmente había un censo de veinte personas desaparecidas, pero en la tarde del viernes se fue reduciendo a 4, y confirmado hay un muerto, que lo sacó la misma comunidad antes de que nosotros llegáramos (el viernes a las 3:30 p.m.), y tres personas heridas", precisó Ortega.
Sin embargo, otras personas salieron a desmentir su versión: "acá no ha habido muertos, es una mentira que quieren montar", precisaron voceros de la mina La Amistad, una de las ubicadas, junto a El Porvenir, en el sitio del desastre. Lo cierto es que no se dio la identidad de la presunta víctima fatal.
Zona de socavones
Más de cuatro mil personas, se afirma, pues no hay un censo concreto, viven de escarbar oro en las montañas de Burititcá, concretamente en el sitio de la tragedia, conocido como San Román, en la vereda Los Asientos.
En los últimos años, una fiebre de oro se desató en la región, donde la única empresa con título minero legal es la Continental Gold, donde laboran cerca de 400 personas y que tiene todas las garantías de seguridad para laborar. Han llegado hombres de todas las regiones de Colombia a trabajar y buscar fortuna.
"Llevamos 500 días sin que se presente un incidente", precisó su vicepresidente de Asuntos Corporativos de Continental (empresa canadiense), Eduardo Otoya, quien se hizo presente en la zona del alud e incluso llevó una brigada de emergencia de su compañía que todo el tiempo ha apoyado las labores de rescate.
"Son seres humanos y para nosotros, así trabajen en la ilegalidad bajo muchos riesgos, nos solidarizamos con ellos", apuntó.
En horas la mañana del sábado, el gobernador, Sergio Fajardo, sobrevoló el área de la tragedia y en general la zona minera de Buriticá, y luego se reunió con el alcalde local, Carlos Mario Varela, pero no llegaron ninguno de los dos al sitio del deslizamiento.
A las 10:00 a.m., en medio de un sol esplendoroso luego de una noche matizada de lluvia, dos perros de rescate ingresaron a la zona donde se desprendió el gavión, pero no marcaron puntos de calor para poder facilitar y concentrar las excavaciones y así hallar a los presuntos desaparecidos, que han sido identificados con los alias de El Mello y El Peyo, además de Carlos Mario Sucerquia y Rigoberto Piedrahíta, aunque de ninguno aparecen dolientes.
Pese a esto, a que no aparezcan familiares en la zona, las autoridades y los mismos mineros aclaran que en su mayoría son hombres solos, que llegan a Buriticá de otras regiones atraídos por la fiebre del oro, y poco se sabe de sus vidas.
De allí que Samuel, a pesar de conocer a El Mello y El Peyo hace más de ocho meses, nunca supo sus nombres de pila.
En medio de todo, la inseguridad y condiciones de insalubridad en las que trabajan y viven los mineros de esta localidad son notables. Se esperan decisiones desde los gobiernos departamental y nacional que ayuden a organizar y legalizar el trabajo en esta zona, pues hay una palabra común que allí repiten tanto las autoridades como los propios mineros, que siguen en la tarea porque creen que sólo Dios decide la suerte de los humanos: "esto es una tragedia anunciada".
Es decir, un día la montaña, donde hay un hoyo de mina cada 300 o 400 metros, se va a venir. Y nadie sabe lo que puede pasar.