El que diga no, no me interesa, mmm... pues déjenme dudarlo, porque poco les creo.
La mayoría de las personas piensan que estas posibilidades están abiertas solo para quienes son profesionales universitarios o para los que se van al exterior en busca de una mejor opción laboral y se le miden a lo que sea.
Y... pequeño error, están equivocados porque los técnicos y tecnólogos tienen todas las posibilidades de trabajar en el exterior.
Ese es el caso de Omar Ricardo Muñoz Camargo, egresado del programa de gastronomía del Sena, quien le habló a EL COLOMBIANO de su experiencia como chef en el exterior.
¿Por qué decidiste estudiar gastronomía?
Desde muy pequeño y por las difíciles condiciones económicas en que vivíamos, mi hermano y yo debíamos ayudar en los oficios de la casa, a mí siempre me correspondía la cocina y de ahí nació el amor por este arte.
Mi madre y mi abuela fueron mi gran inspiración y mis primeras maestras, siempre me inculcaron los buenos procesos, la buena sazón, la calidad de las materias primas y la higiene en la preparación como base para una buena cocina.
Cuando elegiste el programa, ¿cuál fue la reacción de tu familia y amigos?
Mis amigos siempre me criticaron pero mi familia apoyó mi decisión, les gustó y me ayudaron comprando mis primeros cuchillos Victorinox. Hoy, gracias al apoyo de las personas que me querían, gozo de reconocimiento, he logrado manejar las cocinas de los clubes y hoteles más prestigiosos del país.
¿A qué lugares has viajado para completar tus estudios? ¿Fue una decisión difícil de tomar?
Tuve la oportunidad de estudiar en el Liceo Hotelero Paul Augier en Niza, Francia. También viajé a algunas ciudades de Chile: Santiago, Viña del Mar, Concepción y Valparaiso. Pero mi estadía en Francia marcó mi vida personal y profesional, porque allí potencialicé mis conocimientos de cocina adquiridos en el Sena. Además, la decisión no fue difícil, ya que el Sena costeó toda mi capacitación y era necesario elevar el nivel de mis competencias laborales y personales, y qué mejor manera que poder ir a la meca de la gastronomía mundial.
¿Has tenido algún problema con el manejo del idioma, las costumbres, las comidas, los horarios?
Claro que sí, pienso que es algo inevitable. El idioma a pesar de haber tomado varios cursos en Colombia, al llegar a otro país y escuchar solamente ese idioma y con la velocidad y la entonación propia, se hace difícil entender todo lo que dicen, sin embargo, me hice entender y asimilar la mayoría de lo que me hablaban.
El cambio de horario fue muy duro, las primeras dos semanas vivía con sueño en el día y cuando los franceses dormían yo estaba despierto.
La comida era mi objetivo principal de aprendizaje y es totalmente diferente; así como su término de cocción, presentación, las técnicas de elaboración, el respeto por las características y propiedades de la materia prima. En fin, es un universo nuevo y diferente.
Aspectos tales como las costumbres en la mesa, el ritual que representa para los franceses sentarse a degustar un plato, me impactó. Ellos lo hacen con total relajación, no hay preocupaciones, angustias, solo se piensa en el disfrute que representa la comida y después de terminar el almuerzo todo vuelve a la normalidad, retoman su ritmo de vida y de trabajo. Eso llamó mi atención, porque en Colombia la gente come con afanes, a la hora del almuerzo muchos se dedican a hablar de todos los problemas, de trabajo o de compromisos y no disfrutan del placer que representa la comida.
¿Qué es lo que más destacas de tu estadía y estudios en otros países?
Es necesario para las personas que laboramos en cocina y nos gusta, innovar, crear y generar cambios.
Salir del país es importante para observar nuevas culturas, tradiciones, estilos de vida, tecnologías, productos, metodología de trabajo etc. En definitiva salir del país te da la oportunidad de conocer muchas cosas nuevas que te permiten comparar y te dan la capacidad de crear, innovar, proponer cambios en la metodología, los procesos y productos.
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