Sacha, una yegua del montón, como lo asegura él, llevó a Daniel Bluman a otro nivel del ecuestre. Y el hecho de que hoy por hoy, este jinete antioqueño, quizás el más importante de la historia del país, se codee con los mejores del mundo, se debe a este ejemplar.
La decisión que de joven hizo de empezar a construir su sueño, tener su propio proyecto y emigrar, lo llevaron al éxito. "No había recursos económicos y tocó salir a buscarlos. Entonces llegué a Estados Unidos a empezar a hacer ese camino".
Sacha le mostró que tenía un don para ver caballos con potencial. Esta yegua mexicana pasó por los ojos de muchos profesionales "y nadie la vio, solo yo". Hoy, ella hace parte de ese proyecto que nació hace seis años. Pero mucha agua ha tenido que correr para que Bluman pusiera a sonar el nombre de Colombia en la élite mundial.
Lo que de niño no hizo -conocer a la perfección el caballo: saber cuándo está enfermo, qué quiere, cómo tratarlo-, lo aprendió a la perfección por fuera y eso ha hecho que hoy tenga un grupo de trabajo que lo han puesto muy arriba en el ranquin mundial. "Esto se debe a contar con ejemplares de calidad, haberme sacrificado, pero ante todo, ser muy honesto en esta carrera no solo como deportista, sino en calidad de empresario".
Que Bluman y su grupo sea fuerte en Europa y muchas partes del mundo es fruto "simplemente de años de trabajo y de hacer las cosas con responsabilidad. La gente sabe que nosotros hacemos todo con corazón y honestidad".
Son tan altos los valores en el grupo Bluman que, de haber querido vender a Sacha lo hubiera hecho después de los Juegos Olímpicos de Londres. Con el dinero de su venta viviría el resto de la vida. Son muchos los ofrecimientos. "Una yegua que me ha llevado a donde estoy, lo mínimo que merece es seguir a mi lado. No hay precio por Sacha".
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