A lomo de mula. O a pie. La Madre Laura siempre estuvo en movimiento, bien porque la vida así se lo exigiera, como cuando dejó su natal Jericó para instalarse en la finca de su abuelo en Amalfi. O de allí a Medellín para estudiar. Pasó por varios municipios como profesora, hasta llegar a sus viajes como misionera que la llevaron a Urabá, donde asentó su congregación.
El viaje a Dabeiba, desde Medellín, inició el 5 de mayo y terminó el 14. Es memorable su viaje a Uré, en Córdoba, en un recorrido en el que intervinieron mulas, tren, vapor y hasta bogas para llegar a su destino.
Y a las dificultades del terreno se le imponían las sociales, porque siempre encontró opositores a sus viajes, pues eso de mujeres adentrándose en la selva era una insensatez a los ojos de una sociedad antioqueña que aún no reconocía el valor de la mujer... ni de los indígenas hacia cuyas comunidades viajaba la religiosa en formación. Sus viajes, pues, fueron carreras de obstáculos que sorteó con tesón y fe.
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4