El colombiano Santiago Botero era un sinónimo de triunfo en la contrarreloj; hace un año cumplió uno de los pronósticos más claros de los Panamericanos al lograr el oro, pero ayer en Pekín fue 25 y llegó decaído a meta, donde declaró: "aquí terminó este año, la siguiente temporada no sé si seguiré".
El campeón mundial de contrarreloj de 2002 ya no es el que era y madura dejar el ciclismo antes de que el ciclismo le deje él. Ayer tarde había que bajar la mirada hasta el puesto 25 para leer su nombre, aunque en la prueba de ruta llegó en un honroso séptimo lugar.
"El recorrido era muy duro, ni siquiera en el descenso te podías relajar. Aquí están los mejores del mundo y ganaron otros mejores que yo", reflexionó.
"Hice todo lo que pude, llegué aquí en buena forma, completé bien mis tareas, pero una vez que estás en la carretera hay que conformarse si hay otros mejores", precisó el ciclista nacido en Medellín.
Hace unos años, el mejor era él. No le hacía falta forzar la máquina, incluso podía dosificar sus fuerzas con inteligencia. Hoy, con 35 años, se le notaba desanimado, aunque sigue despertando simpatías en el pelotón.
Su experiencia de más de once años y sus condiciones físicas innatas le empujaron a estar en Pekín, pero bajo el fortísimo calor que invadía la Gran Muralla, escenario de la competición, aparecía derrotado. Su posición, lejos de los mejores, le hizo reflexionar. Se fue cabizbajo, solitario y, sobre todo, "cavilando" en su futuro.
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