¿Qué ha pasado en estos seis años para haber cambiado las cosas de tal forma que Juan Carlos de Borbón y Borbón, que desde noviembre de 1975 reina como Juan Carlos I, haya abdicado ayer para que su hijo, el príncipe de Asturias, asuma de forma inminente el trono como Felipe VI?
Muchas cosas han cambiado. A finales de 1975, muere en la cama Francisco Franco, generalísimo de los Ejércitos (título que se otorgó a sí mismo), jefe de Estado y, según la Iglesia Católica, "Caudillo de España por la gloria de Dios". Franco elige como sucesor al entonces príncipe Juan Carlos, a pesar de que la línea dinástica la representaba su padre el conde de Barcelona, Juan de Borbón.
No había entonces un sentimiento monárquico fuerte entre la población. Muchos daban a Juan Carlos el título de "Juan Carlos el Breve". Sin embargo, este designa como presidente del Gobierno a Adolfo Suárez (fallecido en marzo de este año) y juntos abordan contra todas las dificultades imaginables unas reformas profundas que permiten pasar a España de una dictadura de cuatro décadas a una democracia que pronto se integrará en Europa.
El rey Juan Carlos y Suárez convocan elecciones democráticas, impulsan una nueva Constitución (la de 1978, hoy en vigencia) y acometen una profunda transformación de las Fuerzas Armadas.
El 23 de febrero de 1981 el rey actúa como Capitán General de los Ejércitos y desautoriza un intento de golpe de Estado. Ordena a los militares sublevados retornar a sus bases y deponer las armas. Ese día, a juicio de casi todos los historiadores, se gana de verdad la legitimidad de su trono.
Juan Carlos logró el cariño de muchos y el respeto de otros tantos con una labor paciente y constante. Sin tener poderes ejecutivos, sí hizo gala de gran persuasión diplomática para cumplir la labor de arbitraje que le concede la Constitución. Contó en todo momento, como lo reconoció ayer en su discurso de abdicación, con el apoyo de la reina Sofía, hoy en día la persona de mayor aceptación popular de la familia real.
Hay que decir que el rey gozó durante muchos años de la intocabilidad de la prensa española. Una especie de pacto tácito impedía que informaciones de su muy activa vida íntima trascendieran a la arena pública. Hasta que una autocrítica de los periodistas (en lugar destacable, los del diario El Mundo) les hiciera concluir que en democracia no debe haber espacios vedados de ningún personaje cuando sus actos afectan el interés público.
Un yerno procesado por la justicia, por corrupto y abusivo de su alta posición, más errores del propio rey (como irse a carísimas cacerías de toda clase de animales cuando en España echaban a millones de trabajadores de sus puestos de trabajo) hicieron que la imagen de la monarquía cayera en picado.
¿Somos ciudadanos, o sosos súbditos?, se preguntan hoy los jóvenes. ¿Se justifica una monarquía en pleno siglo XXI? ¿Tener determinada sangre atribuye privilegios y mayores derechos que los del común? ¿Por qué se debe sostener un alto tren de vida a quienes nacen en cuna de oro?
Al nuevo rey no le tocará nada fácil. Hay voces plurales que piden referendo para decidir si monarquía o república. Y a pesar de que el reinado de Juan Carlos I deja un balance francamente positivo, todos los cuestionamientos que hoy se le hacen a la institución no derivan del mero capricho.
España es hoy un país fragmentado e insatisfecho consigo mismo. Un monarca honrado podría ofrecer alejamiento de intereses políticos particulares y mayor visión histórica. Felipe VI tendrá que ganarse a pulso su legitimidad y demostrar por qué una monarquía puede ser más útil que una república. Más que de rey, una tarea de titán.
SI FELIPE DE BORBÓN QUIERE SER JEFE DE ESTADO, QUE SE SOMETA A ELECCIONES
Por ORIOL AMARÓS I MARCH
Portavoz adjunto del partido Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)
Nosotros nos solidarizamos con los republicanos españoles que quieran decidir en libertad y en democracia. Por tanto si se plantea un referéndum o una consulta sobre la forma de gobierno en España, nosotros la apoyaremos. Si el señor Felipe de Borbón quiere ser jefe de Estado tendría que someterse a unas elecciones para conocer cuál es su programa y su proyecto, pero que en pleno siglo XXI llegue a través de la sucesión dinástica es inexplicable.
Es probable que ahora aprovechen el cambio en el Estado para promover la figura del ciudadano Felipe de Borbón como una nueva imagen, más moderna. Pero evidentemente la monarquía es una institución en crisis y la sociedad la viene cuestionando.
Juan Carlos es un señor con capacidades un poco discutibles, le ha tocado ejercer como símbolo en un momento histórico determinado de España, y al final le ha pasado lo que le pasa a todas las instituciones que no están sometidas al escrutinio y al control democrático, y es que acaban teniendo mucha corrupción a su alrededor. Ya no hablamos solo de que la monarquía es una institución medieval sino del comportamiento corrupto y la falta de transparencia de la familia real. Esta familia, como cualquier familia, debería buscarse un trabajo.