Cuando escuchaba acoso en las aulas de clase lo asociaba a pandillas en colegios americanos, pero no pensaba que tan cerca estaba de esta triste realidad y que la palabra bulldin g ya estaba en nuestro vocablo como manifestación de la vulneración de los derechos, la falta de respeto a los compañeros utilizando la fuerza bruta, o con capacidad de reírse y convertir en objeto de burla a otro compañero y que se disfruta haciendo daño solo porque el que sufre no sabe defenderse.
Esto es real y ocurre en Medellín, no solamente en las comunas, sino en los mejores colegios, con la indiferencia de los maestros.
¿Qué estamos esperando para actuar o esperamos que nuestros jóvenes adopten como única solución a su desdicha el suicidio?
No solo nuestros jóvenes están enfermos, están enfermos los padres que no corrigen, los directivos y profesores indiferentes frente a lo que ocurre en sus narices.
Hay una frase de Benito Juárez que dice: "El respeto a la diferencia es la paz", pero alguien con conocimiento en este tema me aclaraba: "El respeto a la diferencia es la convivencia".
Si existen colegios donde son indiferentes a una orientación religiosa y existen ciertas libertades, los valores y la ética no se pueden ignorar. Si es así entonces a ¿quiénes y para qué estamos educando?
Pico y Placa Medellín
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