En los audios de las conversaciones entre el coronel Róbinson González del Río y quien se identifica como "Eduardo" se mencionan varios contratos, y salen a relucir los nombres de algunos generales del Ejército.
El informe periodístico en el que se enmarcan dichas grabaciones, que habrían sido interceptadas en 2012 y 2013, corresponde a lo que Semana califica de "una impresionante red de corrupción entre los militares".
El contenido de los audios es, ciertamente, escandaloso. Pero para un asunto tan grave no se deben sacar conclusiones al calor del escándalo. La prudencia indica que mientras no haya evidencia de que los generales allí mencionados estén efectivamente involucrados en una red de corrupción, no hay que arrojarles a la cara la mancha del deshonor.
Y esa prudencia, también esta vez, le faltó al presidente de la República, Juan Manuel Santos. El mismo domingo, en comunicado oficial, pareció dar por hecho que la corrupción denunciada es cierta. Si el Jefe de Estado ordena que haya una investigación rigurosa e independiente, y allí se acredita que hay corrupción como la que insinúan las grabaciones, todo el país estará de acuerdo con esa condena expresada por Santos. Pero que dos personas citen los nombres de generales en su conversación no prueba culpa de estos servidores del país.
Siempre es posible que alguna persona use abusivamente el nombre de superiores o jefes para presumir de influencias que en realidad no tiene. Eso lo determinará la justicia. Y mientras no haya una palabra final, el apoyo de la población a sus Fuerzas Armadas debe ser firme. No puede una sombra de sospecha generalizarse y deslegitimar el esencial valor que la labor de las Fuerzas Armadas ha tenido, y tiene hoy día como nunca antes, para mantener la institucionalidad.
Ahora bien: hay que precisar que las grabaciones parecen auténticas, y que ayer la Fiscalía informó cómo fue el origen de la acción para realizar con orden judicial la interceptación. Se afirma, incluso, que estaban a disposición de la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes donde, evidentemente, no tuvieron ninguna valoración probatoria, ningún trámite procesal.
Queda, por tanto, esperar que otras instancias (Fiscalía, Procuraduría, Contraloría) investiguen lo que haya que investigar. Es posible que se topen con la reserva propia de los procesos de contratación en las Fuerzas Armadas, pero de la voluntad de colaboración y transparencia de estas no debería quedar dudas.
Punto aparte merecen las manifestaciones del actual comandante de las Fuerzas Militares, general Leonardo Barrero, con su subalterno encarcelado ("hagan una mafia para denunciar fiscales"). El general Barrero reconoció ayer haberlo dicho, y ofreció excusas. Creemos que eso no será suficiente. Son expresiones graves, desatinadas, condenables, así las haya dicho cuando ocupaba una responsabilidad diferente. En momentos en los que hace falta transparencia en todos los ámbitos, esas frases contra la justicia son las peores que puede decir un militar de cualquier rango.
Pero reiteramos: pensemos en los soldados muertos que han sacrificado su vida por nosotros antes de hacer festín con la honra de quienes son, ante todo, hombres de honor.
TODO ESTO ES POR EL RELAJAMIENTO DEL CONTROL CIVIL SOBRE LOS MILITARES
Por ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ
Analista político, profesor de la Universidad Nacional
Como principio general, las Fuerzas Militares y Policiales en una democracia deben estar completamente subordinadas al poder civil. Una subordinación real, no meramente formal. Deben ser los mandatarios civiles los que deben emitir las órdenes, y los oficiales obedecerlas. Pero en los últimos 10 años se les dio demasiada autonomía a los militares con el argumento de que debían tener manos libres para combatir la subversión. Eso debilitó los controles en muchos campos. No es por azar el tema de los “falsos positivos”, el de las chuzadas, o ahora el tema de contratación. Eso es reflejo de la relajación de los controles civiles sobre los militares so pretexto de que puedan ser eficaces. Pero es que hacer ese control no significa maniatarlos. Es simplemente actuar con transparencia y con apego a la ley.
Dejan también muy mala impresión a la opinión, declaraciones como las del comandante de las Fuerzas Armadas donde se refiere a la justicia de manera desobligante. Manda un mensaje muy negativo a todos sus subordinados.
Hay varias cosas que dejan múltiples interrogantes: si se hicieron esas grabaciones de acuerdo con la ley; si no fue así, qué agencia del Estado estuvo grabando sin autorización. O si las hicieron para filtrarlas a los medios.