A Blanca García, Amparo Mira y Beatriz Saldarriaga se les ve tristes, ojerosas, con ojeras de muchos llantos y trasnochos, y cuando hablan uno siente que sus almas están destrozadas.
Las une un mismo dolor, un dolor que, dicen, nunca se irá de sus vidas porque están padeciendo una pena muy dura: aquella de saber que a sus tres hijas las asesinaron y las arrojaron al río Cauca, de donde rescatarlas será casi imposible.
Ellas asistieron este sábado a la audiencia de legalización de la captura de cuatro uniformados de la Policía presuntamente implicados en el hecho, con la ilusión de recibir noticias positivas de sus hijas, que de pronto estuvieran vivas y les revelaran dónde estaban, pero la realidad quebró sus esperanzas y de paso le dio un giro al caso, que conmocionó al municipio de La Estrella, donde vivían, y al Valle de Aburrá.
Incluso doña Beatriz, madre de Jennifer Puerta, de 18 años, se llenó ese día con una ilusión más grande: "cuando vi que llegaron los furgones tan escoltados pensé que ahí las traían y nos las iban a entregar", afirmó ayer.
Horas después, su corazón recibió un golpe doloroso cuando se reveló el testimonio del principal testigo del caso que las muchachas habían sido asesinadas, desmembradas y arrojadas al río Cauca junto a Diego Mejía, alias '28', el hombre con quien estaban el 29 de mayo, día de su desaparición -según grabación presentada por el Juez de Garantías que lleva el proceso-.
Beatriz reafirma que, "para mí el sábado fue el final de este macabro caso y le pido a Dios que perdone a los culpables, yo de corazón los perdono, pero pido justicia, que se sepa toda la verdad", repitió muy triste en la casa de Margarita, su madre, a donde se fue a pasar la pena, "porque en mi apartamento no aguanto, no soy capaz de estar sin mi niña".
Muchas preguntas
A Blanca Luz García, madre de Laura Echeverri, de 17 años, la ronda la misma pregunta que a Amparo Mira, la mamá de Yudi Castillo, también de 17 años:
"¿Por qué cuando el mayor (ex comandante de Policía de Itagüí) capturó a '28' no las soltó a ellas, que nada tenían que ver?".
Creen ellas que a sus hijas no debieron inmiscuirlas y someterlas a semejante barbarie sólo por haberse ido de rumba con un sujeto que tenía problemas con la ley.
"¿Qué cómo está mi corazón?... imagínese, mi niña como era de cariñosa, de dulce, que sólo sabía ser amiga de todo el mundo", repetía ayer entre sollozos Blanca, que hasta el sábado esperaba volver a ver a su hija viva.
Y aunque no se resigna a un final total para la historia, sí le da mucha credibilidad al testigo de la Fiscalía, un subteniente que, según su versión, participó en la macabra operación obligado por su superior, en ese entonces el comandante de la estación policial de Itagüí.
Igual piensa doña Amparo Mira, que hace siete años perdió a otra hija de seis años, esa vez por una enfermedad. A ella sólo le queda un hijo y, la verdad, el hilo del que se aferra para volver a sentir la presencia viva de Yudi es muy delgadito.
"No sé qué pensar... pido que se investigue hasta el fondo, a mi niña no tenían porqué matarla así, ni siquiera al tal '28', el deber de los policías fue entregarlo a la justicia", anota Amparo.
A su familia, aunque muy unida, le queda duro darle consuelo a esta madre sumida en llanto por su niña.
El viernes, a las 7:30 de la noche, en la iglesia del parque central de La Estrella, se ofrecerá una misa por las jovencitas. Todo el que rechace la barbarie y quiera solidarizarse con el dolor de estas señoras, está invitado.
La ceremonia confirma un poco a lo que ellas le dan credibilidad: que sus hijas sí están muertas, "pero al menos que los asesinos canten el punto donde las tiraron y que el Estado vaya a buscarlas", pide Alfonso Uribe, tío de una de las adolescentes.
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4