Medellín ha vivido una ostensible transformación en todos los órdenes y es epicentro de importantes actividades económicas y sociales que llenan de orgullo y satisfacción a sus habitantes. Como centro de un conglomerado urbano en el Valle de Aburrá, donde confluyen 10 municipios y residen tres millones y medio de personas, comparte algunas problemáticas cuya solución exige la unión de esfuerzos en procura de un bienestar colectivo.
Así como hemos insistido en la necesidad de trabajar unidos por mejorar la movilidad y la seguridad, afianzando entre otros, el sistema de valorización; es importante también que las autoridades del Valle de Aburrá y los ciudadanos les presten atención al tema ambiental en zonas verdes, ríos y quebradas, y también a la calidad del aire que compartimos.
Cada que hacemos algo positivo por el ambiente estamos invirtiendo en bienestar para todos, no solo para la actual sino para las futuras generaciones. Y de ahí la responsabilidad que nos cabe a todos por mejorar el aire que respiramos, y que, pese a los esfuerzos realizados hasta ahora, deja mucho qué desear.
Por ello resultó tan conveniente el debate que se llevó a cabo en el Concejo de Medellín para revisar las metas y los logros del Pacto de Mejoramiento de la Calidad del Aire, firmado hace un año, y que contempla acciones que es necesario acelerar, ante el incremento de las enfermedades y muertes, particularmente de niños y ancianos, por causas asociadas a la contaminación.
El esfuerzo por mejorar la calidad del combustible que consumen más de 425 mil vehículos en el Valle de Aburrá no ha sido suficiente. Con inversiones por 400 mil millones de pesos en sus procesos de refinación, Ecopetrol ha logrado rebajar a 2.170 partes por millón (ppm) el azufre en el combustible que suministra. La meta es llegar a 50 ppm en 2010. En la empresa estatal hay mucho compromiso para lograrlo.
Pero ese no es sólo el único factor de contaminación, pese a que de él procede el 80 por ciento de la misma. También las empresas asentadas en el Valle de Aburrá tienen que revisar sus procesos y contribuir, dentro de los convenios gremiales de producción limpia, a hacer las inversiones en equipos que reduzcan las emisiones contaminantes.
Además del control y seguimiento permanente con las estaciones de monitoreo de estos factores, las autoridades de los municipios con acceso al Tren Metropolitano, tienen una obligación inmensa: agilizar la puesta en marcha del Servicio Integrado de Transporte, de manera que también se avance en la reducción del parque automotor, mediante la chatarrización de vehículos de transporte público. Frente a la meta de chatarrizar 350 buses obsoletos, apenas vamos en 22.
A la par que esas mismas autoridades deben ser más estrictas en la exigencia del certificado de gases, los ciudadanos también tienen que cumplir con sus obligaciones, que van desde la esfera muy personal en lo que hace al humo del cigarrillo, hasta el daño que producen los motores que no se ajustan a las normas técnicas. El problema es de todo aquel que tenga un vehículo particular, ya que es su responsabilidad cuidar las emisiones, sean de carros o motos. Esa también es una importante contribución, al igual que lo es, para toda la ciudadanía, el cuidado de las zonas verdes y de los bosques en las laderas del Valle de Aburrá que son los pulmones para diez ciudades.
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