El Colombiano publicó una encuesta sobre esta pregunta "Si tuviera dinero para invertir, ¿en qué lo haría?" La pregunta parece descartar los estratos 1, 2 y tal vez el 3, porque si difícilmente tienen para vivir, menos tienen para invertir. El más alto porcentaje, 41 por ciento, lo tiene la inversión en 'propiedad raíz'; queda descartado que se busque propiedad para negocio o engorde, porque el segundo renglón, 39 por ciento, lo ocupa 'negocios o empresas propias'. O sea que la gente pudiente tiene como prioridad para invertir, propiedad raíz o negocios. Se sigue un gran salto: 'obras de caridad/ayuda al necesitado', 9 por ciento. Y ahí sí queda uno pensativo.
Los antioqueños nos ufanamos de ser generosos; lo demostramos cuando hay desastres naturales y con la cantidad de obras de beneficencia que tenemos. Pero, si casi todas viven al borde de la quiebra, ese 9 por ciento ¿a quién se le da? Con frecuencia a los que piden limosna en los semáforos que parecen totalmente desprotegidos.
Analicemos una investigación realizada por un estudiante de práctica de Ingeniería: los semáforos cambian en promedio cada 30 segundos, o sea que el que pide, tiene medio minuto para recibir mínimo 200 pesos: en una hora recoge 12.000 x 8 horas, x 25 días: gana al mes 1'200.000 pesos, igual al salario bruto promedio de un profesional en empresa mediana.
El autor del estudio entrevistó a una mujer que pide en semáforo; dijo que se ganaba más o menos 50.000 pesos diarios, no trabaja 8 horas diarias ni 6 días a la semana, no paga impuestos, no necesita ningún estudio. Concluye el estudiante que en Colombia es más rentable pedir que estudiar y trabajar. Muchos pobres de semáforo necesitan con qué comer ese día; la limosna que se les da remedia una necesitad puntual, de un día y una hora, algo muy positivo, pero que no ayuda a eliminar ninguno de nuestros agudos problemas sociales, lo cual sólo se logra apoyando una de las innumerables obras de asistencia que tenemos: para ancianos, huérfanos, estudiantes, gamines, para todo tipo de enfermedades y necesidades, desde dolor de muelas hasta desplazamiento e investigación científica. Son tantas las fundaciones -todas ellas necesarias- que decidí ocuparme solamente de una, como ejemplo: la Corporación Presencia Colombo Suiza, creada hace 25 años por el filántropo suizo Andrés Hauri, que inició labores en La Iguaná. Actualmente tiene centros de capacitación en Robledo y Barrio Antioquia, trabaja en La Iguaná y El Limonar. Su trabajo en formación nutricional -algo definitivo para lograr generaciones sanas, que puedan superar la miseria- se da en escuelas y colegios públicos, restaurantes escolares, con padres de familia, madres comunitarias, comités de salud ocupacional y personal de empresas. Dieron capacitación nutricional a 316.124 personas en 2007. En el barrio Antioquia trabajan en la convivencia y superación de la pobreza mediante el proceso de paz que comenzó en 1996; hace 12 años tienen el programa de "Protección a menores de Icbf"; trabajan con empeño en el fortalecimiento de las familias; en la adquisición de hábitos de higiene; en capacitar a los adolescentes en alguna profesión y, a los apadrinados, les facilitan estudios superiores ayudándoles a conseguir becas en la universidad. Además la fundación acompaña al gobierno en el difícil, dificilísimo, proceso de la reinserción.
El ideal sería que las personas que ya han logrado un nivel de vida que descarta las urgencias angustiosas, anotaran entre sus prioridades ayudar con vigor y efectividad a las entidades que luchan contra los imposibles por solucionar problemas que no dan tregua y que, definitivamente, ningún gobierno por ahora puede solucionar en el corto plazo.
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