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Una frase non sancta

No le queda bien al Presidente decir que sabe dónde está "Timochenko", pero no lo ataca porque las Farc muestran voluntad de paz. ¿Acaso la guerrilla ha dejado de violentar a los colombianos?

  • ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
    ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
10 de abril de 2014
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El presidente Juan Manuel Santos dio ayer una declaración polémica. Frente al diálogo en Cuba con la guerrilla, que se adelanta sin cese de hostilidades, y además frente a los ataques de las Farc el último mes, que incluyen el asesinato de 14 integrantes de las Fuerzas Armadas, entre ellos dos policías ejecutados salvajemente en Tumaco, no se le oyó bien al jefe de Estado decir que sabe en qué zona se mueve alias "Timochenko", pero que pensaría dos veces antes de atacarlo dados los avances del proceso de negociación y la voluntad de paz que hoy muestra esa guerrilla.

La frase levantó una voz de malestar entre miles de usuarios de las redes sociales, quienes reclamaron a Santos Calderón por no actuar, contundente, contra el jefe de una guerrilla implacable que, aun en medio de las conversaciones, no ha dejado de violentar a la población civil colombiana (son ejemplos Inzá, Pradera y Quibdó) ni de atacar a las patrullas del Ejército y la Policía en regiones como Nariño, Putumayo y Cauca, entre otras.

Ayer en la tarde, más de un centenar de comentarios colgaba en nuestro foro de lectores de la nota en la que Santos hizo una reflexión que contradice su orden permanente de arreciar la ofensiva contra los guerrilleros. "Más o menos sabemos dónde está "Timochenko" (...) a estas alturas del proceso lo pensaría dos veces", para ordenar un ataque en su contra, dado que "las condiciones son distintas", dijo Juan Manuel Santos refiriéndose al estado de las conversaciones en La Habana.

Cabe la pregunta: ¿el avance del diálogo tiende a reducir la operatividad contrainsurgente?

En este y otros medios, los foristas le recordaron sus constantes declaraciones reclamando a las Fuerzas Armadas no bajar la guardia contra la subversión e incluso su discurso airado por la muerte a garrote de un suboficial y el degüello de un patrullero de la Policía, hace apenas tres semanas. El jefe de Estado no puede desconocer que la indignación está incrustada en la memoria ciudadana y decir que no combate a uno de los enemigos públicos más repudiados del Estado, la institucionalidad y la sociedad no puede más que recibirse como una postura de condescendencia chocante y exagerada.

Varios de los interlocutores en las redes le preguntaron al mandatario: "¿acaso las Farc respetarían la vida de algún alto oficial del Ejército o la Policía, o de algún alto funcionario o figura de la vida política o empresarial si descuidasen su seguridad?". También lo increparon: "¿no le parece vergonzoso que el Gobierno y sus Fuerzas Armadas sepan dónde está este delincuente de tan alta peligrosidad e incumplan su deber constitucional de capturarlo o darlo de baja?".

Mirando con otra lupa, un sector más crítico y suspicaz de la audiencia se pregunta, en el terreno de la ofensiva militar del Gobierno contra la guerrilla, y en el contexto de su campaña política reeleccionista, ¿qué mensaje entre líneas para las Farc o qué segundas intenciones tienen estas declaraciones presidenciales tan incómodas?

Anticipándonos a las reacciones acostumbradas de la guerrilla de que hay colombianos que les apuestan a la guerra y la sangre, hay que advertir que negociar en medio del conflicto es el resultado de que anteriores ceses del fuego apenas dejaron reveses militares oficiales y actos alevosos y ventajosos de las Farc. Por eso, y lo ha dicho el mismo Presidente en otras oportunidades, "Timochenko" es, mientras las Farc no dejen las armas y se reincorporen a la vida civil y legal, un objetivo militar legítimo y prioritario. Y para el grueso de la opinión pública sí que lo es.
Contraposición

CIERTO O NO, SE DEBE ES AFIANZAR EL PROCESO DE PAZ, NO EL AMBIENTE DE GUERRA

Por CARLOS LOZANO GUILLÉN
Integrante de Marcha Patriótica y director del Semanario Voz Proletaria


No sé si sea cierto o si el Presidente está “cañando”. Como se sabe, el Gobierno decidió dialogar en medio del conflicto, en medio de la guerra, y eso incluye todo tipo de intimidación y guerra sicológica, porque se cree que así se presiona a las Farc y será más fácil que se rinda en la mesa de negociación que en el campo de batalla.


Es un error del Gobierno. Por esa razón el conflicto se ha escalado más y se ha degradado más, lo cual es paradójico porque se cree que un proceso de paz es para disminuir la intensidad del conflicto mientras se llega al final del mismo.


No sé si sea cierto o no que el Gobierno sepa el paradero del jefe de las Farc, pero en vez de estar en ese tipo de cálculos debería sentarse con mayor rigor e iniciativa. Ahora, es posible que si lo ubican lo maten, porque de todas formas las Farc aceptaron dialogar en medio del conflicto y eso expone a sus líderes que están en el campo de batalla, y no en la mesa de La Habana, a caer en cualquier operativo militar. No creo que eso sea motivo para romper las conversaciones. Ese ha sido el error del Gobierno, que ante cada acto militar de la guerrilla amenaza con rupturas y dice que las Farc no quieren la paz, cuando escogió ese formato.


No creo que sea conveniente que lo maten. Eso enrarecería el ambiente. Se debe, sí, pensar más en función de la paz.

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