Más de un año estará cerrada la vía Las Palmas. Los problemas que la zona está mostrando cada día exigen de una intervención de grandes proporciones y de las mejores calidades.
En ello coinciden los expertos y encargados del tema. Al parecer la naturaleza está cobrando por ventanilla la improvisación y la intervención desaforada del hombre. Lo sucedido en la madrugada del jueves es una voz de alerta, que obliga a que las autoridades municipales y departamentales tomen cartas en el asunto de forma inmediata y rigurosa.
La historia es larga, aseguran los especialistas. En este momento confluye todo: el crudo invierno, el fenómeno de La Niña, la deforestación y la construcción de una vía, que para 1998 requería de una concesión de 300.000 millones de pesos y que se abrió, llave en mano, con 30.000 millones de pesos, tal como lo recuerda el ingeniero Joel Moreno, quien estuvo en la veeduría de la doble calzada y cuestionó la forma en la que se intervinieron los taludes.
"Intervinieron la montaña en varios puntos, cuando lo que indicaban los estudios era hacer voladizos o viaductos, no tocar los taludes, porque estaban estables desde hacía 50 años, y además se debía construir el túnel de 8,2 kilómetros que comunica con el Oriente", reitera Moreno, quien advierte que la manera como se construyen vías en el país está lejos de la calidad que tienen las hidroeléctricas, "que nunca han fallado".
Según el gerente de Concesiones de la Gobernación, Rodrigo Caicedo, aunque en la construcción de la vía se presentó un derrumbe en este mismo lugar, solo a partir del 7 de noviembre se empezó a identificar una falla geológica de por lo menos 7 hectáreas, que por las grandes precipitaciones de los últimos meses hizo colapsar la vía.
La deforestación, la siembra de especies no nativas, la falta de revegetalización de los taludes intervenidos y las condiciones geológicas de la zona, que según estudios indican que hay presencia de coluviones (cúmulos de agua) son los factores que han provocado la situación, que tiene incomunicado por este sector al Valle del Aburrá con el de San Nicolás.
Para el geólogo Oswaldo Ordóñez, director del Grupo de Estudios en Georrecursos, Minería y Medio Ambiente (Gemma) de la Universidad Nacional, cuando se hizo la vía tuvieron que pasar 20 años para que la montaña se estabilizara. "Cuando se vuelve a tocar, se despertó un león herido", es decir, que habrá que esperar otro tiempo igual para que se estabilice. A ello se suma que se requieren 60 millones de dólares para repararla.
"De lo contrario, todo lo que se haga son paños de agua tibia y esa vía se va a seguir corriendo, si el invierno continúa", dice el geólogo.
Añade que allí se hicieron unos cortes muy violentos, que dañaron los taludes y, " a muchos no les interesará arreglar sino mantener el negocio", dice el experto, al tiempo que coincide con otras voces que aseguran que allí tenían que hacerse viaductos. Ahora más que lamentaciones, lo que se requiere es una solución, pero esta parece que será a largo plazo, porque la misma naturaleza así lo está exigiendo.
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