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En Bello los ilegales en los barrios dicen por quien votar
EL COLOMBIANO recibió denuncias de aspirantes al Concejo y la Alcaldía a quienes no les han permitido entrar a algunos sectores de la ciudad bellanita.
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Según datos de la Alcaldía, Bello, municipio ubicado en el norte del Valle de Aburrá, tiene una población de 464.560 habitantes. De estos, 458.173 viven en el área urbana. FOTO manuel saldarriaga
16 de septiembre de 2019
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La vía es una calle larga en la que las motos pasan a toda velocidad sin dar tregua al transeúnte que solo puede quedarse arrinconado en el andén, en la mitad de la calle. Allí, en la Obra 2000, un parroquiano puede comprar un pollo asado, una camisa, una caja de cervezas o enterarse de los candidatos que aspiran a derrotar la hegemonía de los Suárez Mira en la Alcaldía de Bello, presentes en el poder bellanita desde hace más de 20 años.
En un café de esa calle concurrida, Emiro Álzate ve pasar sus días de jubilado de una empresa de textiles, en medio de sorbos de tinto y cigarrillo. Dice orgulloso que nunca ha votado por nadie, pero ahora que quiere hacerlo, se enteró de que los muchachos que “cuidan el barrio” dan instrucciones sobre por quién votar.
“Eso pasa aquí no más, en el barrio Pérez. Hasta mi casa llegaron y me dijeron: vea cucho, cuando usted llegué allá, usted marca el de este papelito”, dice, pero al preguntarle el nombre que debe marcar, dice que es mejor no mencionarlo porque se puede meter en problemas. “Dicen que para que siga el mismo, y el mismo acá es de los que llevan más de 20 años”, enfatiza Emiro.
¡Fuera concejal!
El aspirante al Concejo de Bello no pudo llegar a su destino a mostrar los colores y las ideas de su partido. Su pequeña comitiva, movilizada en una camioneta, fue interceptada por “dos pelados” en moto que le dijeron que al barrio Guasimalito no podía entrar o que si ya le habían pedido permiso a “el Tigre” que era el que mandaba por el sector.
“No me dijeron por qué. Lo único que me dijeron era que los políticos que hacían los sancochos ya habían estado por allí y no había más cupo”, dice el candidato que no tuvo más opción que dar la vuelta.
Los casos denunciados por el señor Emiro Álzate y el candidato al Concejo también han afectado a los aspirantes a la Alcaldía. El Representante a la Cámara por el Partido Verde, León Fredy Muñoz, denunció:
“Hay comentarios de que los grupos no dejan entrar a unos candidatos, que quieren cobrarles vacuna a ciertos candidatos pues porque tienen preferencias por otros. A nosotros los alternativos se nos ha dificultado mucho, pero seguimos en campaña, nos metemos a donde sea. Hay temores para ir a ciertas zonas, pero seguimos en campaña”, aseveró al portal Verdad Abierta.
Según los entrevistados, los barrios a los que no han permitido el acceso son Ciudad Niquía, Altos de Niquía, Niquía Camacol, barrio Pérez y Guasimalito.
Riesgo extremo
La última alerta temprana de la Defensoría del Pueblo ubicó a Bello como uno de los 17 municipios de riesgo extremo para las elecciones de octubre próximo.
Entre las razones que argumenta es que en estos territorios “enfrentan una alta o media conflictividad social en la que economías ilegales, niveles de vulnerabilidad de la población y la mínima eficacia del Estado en garantizar derechos se conjugan para exacerbar el escenario de riesgo”.
El comandante de la Policía Metropolitana, general Eliécer Camacho, asevera que no ha recibido una denuncia formal, sin embargo, ha realizado reuniones para explicarles a los candidatos los protocolos de acompañamiento.
El analista del conflicto urbano y director de Corpades, Fernando Quijano, explica que en municipios como Bello y Medellín la injerencia de los grupos ilegales en política está relacionada con temas económicos en cada uno de los barrios de estas ciudades.
“Ellos lo que buscan es tener injerencia en cosas tan sencillas como coptar dineros del presupuesto participativo de los barrios, situaciones que ya se han denunciado, además de buscar beneficios deportivos, culturales para las comunidades y de esta forma ganarse el favor de estas. Donde hay alta presencia de la criminalidad le apuestan a la política”, expresa.
Para Emiro Alzate, que ha visto pasar sus últimos años frente a un pocillo de tinto, que los muchachos de su barrio le digan por quién votar no le trasnocha. “A mí me indigna es que el que se monta se sube a robar, y eso es más grave que alguien vaya a su casa y le diga por quién votar. Eso sí es grave”, afirma mientras se toma el último sorbo.
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